"Belzebuth", el demonio que une realidades sociales
El mexicano Emilio Portes se ha distinguido desde sus primeros trabajos —Conozca la Cabeza de Juan Perez, Pastorela— por desarrollar sobre historias que deambulan entre lo cotidiano y lo insólito; un estilo propio que se nutre del absurdo y la irreverencia, salpicado de elementos kitsch y fuertes dosis de humor negro. Ahora con Belzebuth, abandona esto último, para adentrarse en el cine de género, entregando una propuesta que pese a ciertos tropiezos, resulta un ejercicio fílmico interesante.
El dato: 800 salas en todo el país exhiben el filme que tiene una duración de 114 minutos
La trama sigue los pasos de un policía que luego de sufrir una terrible pérdida, comienza a investigar lo espeluznantes ataques y asesinatos relacionados con niños, que tienen aterrorizada a la población fronteriza, esto le lleva no sólo a vivir en carne propia el miedo, sino a volver a verse las caras con su trágico pasado.
Contando con la convicción del actor Joaquín Cosío, al frente de un reparto en general comprometido, que incluye a otros de sus incondicionales como José Sefami, el también responsable de El crimen del cácaro Gumaro, apuesta por una cámara invasiva para elaborar atmósferas recargadas en donde el aire parece sucio e infeccioso, acentuando la inquietud de lo que se presenta como un thriller policiaco sobrenatural, en donde lo maligno se mantiene a la saga, acompañando lo violento de los hechos.
Es ahí precisamente en donde encuentra sus mayores aciertos, pues sin recurrir a los efectismos, logra contextualizar la trama en el alarmante marco social, que por desgracia ya forma parte de la realidad de nuestro país, enganchando al espectador con personajes con aire a cine negro, muy acordes con la misma y al mismo tiempo congruentes con la propuesta.
El problema viene con la transición que hace a mitad del trayecto, en el que salta y se zambulle directamente en el horror, apostando por cierta literalidad que si bien no es desastrosa, sí evidencia los contrastes de producción que en algunas escenas se pone a la altura, pero en otras luce malos acabados, lo mismo que algunas escenas fallidas en la ejecución y que rayan peligrosamente en el humor involuntario, amén de hacer uso de innecesarios ingredientes de fórmula, como la inclusión de personajes secundarios, sólo para que mueran de manera intrascendente.
Como sea, salvo el ya mencionado titubeo que le rompe el ritmo, la película es entretenida, logra algunos sobresaltos efectivos y encuentra buenos momentos, sobre todo durante la investigación —con adivina y sacerdote excomulgado incluidos—. Así pues, sin ser lo mejor de la cartelera, Belzebuth sí está por encima de la mayoría de las producciones de este género, que constantemente llegan a las carteleras y se justifican en el bajo presupuesto.
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