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Shang-Chi, las artes marciales y el poder de Marvel para cumplir lo que ofrece

La cinta de Shang-Chi narra cómo es que el joven vástago de un conquistador milenario poseedor de los poderosos Diez anillos, debe dejar de escapar de su pasado

Shang-Chi llega a los cines, te decimos qué esperar de ella
Shang-Chi llega a los cines, te decimos qué esperar de ellaFoto: Especial
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La fórmula está más que ensayada, así que Disney se da el lujo de llevarla por los parajes convenientes para que, en plena etapa de transición hacia la siguiente fase, seguir ampliando el Universo que retoma de los cómics para la pantalla grande, en este caso con “Shang-Chi”, un paladín que oscila entre las áreas que abarcan el lado místico y el del justiciero de a pie.

Así como conecta con personajes pertenecientes al lado místico, como Doctor Strange, también abre la puerta para la futura llegada de otros que pertenecen al ámbito justiciero y con los que ha tenido relación en previas andanzas en papel, tales como Iron Fist y Luke Cage, quienes ya tuvieron su versión Live Action en series de Netflix y obedecen a la misma naturaleza.

“Shang-Chi” también surgió en la década de los años 70 —en Special Marvel Edition No. 15—, como resultado de la euforia por el cine de artes marciales impulsada por la figura del legendario Bruce Lee, y el filme que llega este jueves a los cines de México se convierte en el vehículo ideal para hacer lo que en aquellos tiempos era impensable, una película en la que los protagonistas son por completo de origen asiático, respondiendo al justo reclamo de inclusión de nuestra época, asumiéndolo y normalizándolo como se debe, dentro de una aventura de gran envergadura.

Pero es no es todo, “Shang-Chi” además sorprende el cuidado con el que retoman el espíritu del wuxia —subgénero al que pertenecen películas como “El tigre y el dragón” (2000) y “Hero” (2002)—, para enriquecer el concepto del superhéroe con secuencias de combate en el que dependiendo el escenario y las circunstancias sacan provecho, ya sea del estilo del kung fu que sigue los caminos de improvisación con base al entorno y los objetos —popularizado en occidente por Jackie Chan— o de aquel que se apega a las formas tradicionales, equilibrando la belleza del trayecto y la contundencia de los golpes en estilizadas coreografías.

Todo sustentado en un consistente drama familiar, que nos narra cómo es que el joven vástago de un conquistador milenario poseedor de los poderosos Diez anillos, debe dejar de escapar de su pasado y reconocer sus responsabilidades para asumir sus errores y así enfrentar las acciones de su padre.

Es de este modo que aunque, como decíamos la película obedece a la receta que ha depurado Marvel, además de encontrar identidad dentro de los convencionalismos del universo al que pertenece —del que se agradece la trama no sea demasiado dependiente—, se permite presentar un superhéroe con un poco más de matices de los acostumbrados, lejos de un total virtuosismo, presentándose como una épica fantástica espectacular y que por supuesto no se toma tan en serio a sí misma y por lo que resulta muy divertida.

Por cierto, “Shang-Chi” nuevamente queda a deber con la reivindicación de cierto villano que estaban pidiendo los fans, pero bueno, es un detalle menor dentro de este eficaz vehículo de entretenimiento, que viene acompañado de dos escenas post créditos, una de ellas cumpliendo con los respectivos apuntes hacia lo que viene.