Estreno en cines

Viejos: ¿Merece tu tiempo la nueva película de M. Night Shyamalan con Gael García?

"Viejos", de M. Night Shyamalan, se estrena en cines de México; es protagonizada por Gael García

"Viejos", de M. Night Shyamalan, ya está en cines
"Viejos", de M. Night Shyamalan, ya está en cinesEspecial
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En “Viejos” nos encontramos con un variado grupo de personas que acuden a una solitaria playa, donde el paso del tiempo se acelera hasta reducir sus expectativas de vida a unas cuantas horas, haciendo de sus aparentemente paradisíacas vacaciones, una pesadilla.

Tal idea que de inicio estaba destinada a convertirse en el guion para una posible película, a través de la colaboración entre el cineasta Pierre Oscar Levy y el guionista e ilustrador Frederik Peeters —quienes se conocieron en el intento de adaptar a la pantalla la autobiografía de este último—, primero desembocó en el mundo de las viñetas.

El cómic dio forma a una obra que, aunque se sumerge en los parajes del misterio, en lugar de buscar hilvanar explicaciones para la situación límite en cuestión, alude a una marcada melancolía concentrándose mucho más en los efectos de la misma, planteando preguntas relacionadas con temas que van de la fragilidad humana a la sexualidad; surgidas de lo que representa una violenta toma de conciencia con respecto a lo efímero de la existencia.

Ese espíritu sugestivo del relato original, que entre la angustia apunta a la reflexión más profunda, es lo que en esta ocasión choca con el acostumbrado estilo de M. Night Shyamalan“El Sexto Sentido” (1999), “Fragmentado” (2016)—, quien, en su afán de empujar al espectador a buscar respuestas, apostando por jugar así a desconcertarlo, termina estacionándose en el mecanismo básico de la propuesta.

Como thriller, “Viejos” mantiene la tensión durante casi todo el trayecto, pero los cuestionamientos que enfrentan los personajes quedan solo en el bosquejo, lo mismo que el cierre de los conflictos que venían cargando previo a su desafortunado viaje, perdiendo así el peso dramático. Algo en lo que tampoco ayuda lo inconsistente del desarrollo de sus actitudes, a la hora de enfrentar el abrupto proceso del envejecimiento.

Del mismo modo, la naturaleza simbólica de algunos elementos como el castillo de arena que conecta directo con el título de la obra original —“Château de sable”—, se diluye sofocada por una teoría de conspiración que aterriza deslucida en los parajes del dilema moral, dando pie a un epílogo con cuestionamientos tardíos y que por lo mismo ya interesan muy poco.

Así pues, lo que se plantea de inicio como la promesa de algo más complejo y perturbador, se queda como mero producto de entretenimiento, con sus respectivas dosis de horror físico, sostenido apenas por el oficio de su director, quien por supuesto ha tenido mucho mejores momentos.