Paquimé, joya arqueológica

Casas Grandes, un tesoro chihuahuense por descubrir

Conoce la historia de los pueblos y culturas del desierto del norte del país en este destino; completa el recorrido en Mata Ortiz y admira cómo se elabora su tradicional y fina cerámica

Vista de la zona arqueológica de Paquimé, en Chihuahua.
Vista de la zona arqueológica de Paquimé, en Chihuahua. Fotos›Adriana Góchez›La Razón

En Casas Grandes, Chihuahua

En el extenso estado de Chihuahua se encuentra un tesoro cultural por explorar todavía más: Casas Grandes, destino lleno de historia, pues fue la antigua ciudad de Paquimé, que abarcaba el sudoeste de Estados Unidos y el norte de México.

En Casas Grandes está una de las principales joyas arqueológicas, Paquimé, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, con sus imponentes construcciones de adobe y sus puertas en forma de T.

Para su edificación, los antiguos pobladores usaban sólo tierra y agua, logrando toda una revolución arquitectónica. De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), llegaron a construir más de mil cuartos.

Para recorrer esta impresionante zona arqueológica es importante llevar agua para hidratarse, llevar gorra y ropa cómoda.

El recorrido se sigue a través de un camino que lleva a las principales construcciones, como la Casa de los Pilares, el Montículo de Los Héroes o la Casa Semisubterránea, que impresionan a los visitantes. No por nada es considerada la zona arqueológica más extensa sobre los pueblos y culturas del desierto de Chihuahua.

Para completar la visita, otra parada es el Museo de las Culturas del Norte, en el que, a través de su importante acervo, se puede conocer más de la historia de Paquimé. Tiene tres salas de exposición que dan cuenta desde la llegada de los primeros pobladores de la región hasta el periodo de mayor esplendor de la ciudad.

Hace unos 50 años Juan Quezada Celado se propuso estudiar la técnica de la cerámica de Paquimé, logrando hacer una imitación perfecta.
Hace unos 50 años Juan Quezada Celado se propuso estudiar la técnica de la cerámica de Paquimé, logrando hacer una imitación perfecta. Fotos›Adriana Góchez›La Razón

Se admiran desde vasijas antropomorfas y zoomorfas, textiles, restos óseos, conchas minerales y hasta adornos que solían usar los antiguos pobladores. Hay una sección dedicada a la extraordinaria cerámica de Paquimé, que destaca por su belleza y técnica.

Como el recorrido abrirá el apetito, la próxima parada puede ser La Sierra, donde se probarán las mejores pizzas menonitas. Hay para todos los gustos, desde la tradicional hawaiana hasta la de cuatro quesos o la menonita. El delicioso queso que se produce por esta comunidad religiosa dejará con ganas de probar más, incluso la de manzana.

Para descansar y recargar energías, una de las opciones para hospedarse es Las Guacamayas, creado por la gestora y galerista Mayte Luján, quien se inspiró en el diseño y arquitectura de Paquimé, con cuartos de adobe y barro.

Desde que se llega a este lugar, la tranquilidad está presente y Mayte Luján recibe a los visitantes lista para contar todo lo que se quiera saber de la historia de Paquimé. Se recomienda tomar un temazcal o contratar un servicio de spa. Además de visitar la galería que hay en el hotel con lo mejor de la cerámica de Mata Ortiz.

Después de ese descanso, al otro día, el próximo destino es Juan Mata Ortiz, poblado en el que más de 200 alfareros hacen que permanezca la tradicional cerámica de este lugar, que se caracteriza por una técnica precisa y artesanal con iconografías que remiten a la tradicional cerámica de Paquimé o hasta diseños modernos, que la convierte en una verdadera obra de arte.

Se recomienda no dejar de visitar algunos de los talleres para conocer cómo se elabora esta cerámica. La visita fue en el Taller-Galería Casa Barro. El Rincón del Arte, de la familia López Figueroa. El señor Miguel López es la cuarta generación y fue quien le enseñó a su esposa Adhilenne Figueroa, y a sus dos hijos. Todos se dedican a elaborar cerámica, un procedimiento que va desde la extracción del barro hasta prepararlo hasta que quede listo para moldearlo con las manos, pues no usan torno debido a que es un material muy delicado.

Piezas que se exhiben en la galería del hotel Las Guacamayas, en Casas Grandes.
Piezas que se exhiben en la galería del hotel Las Guacamayas, en Casas Grandes. Fotos›Adriana Góchez›La Razón

Al final de la visita puedes adquirir una de estas obras de arte que cada vez más ganan terreno en el mercado estadounidense. Están desde las figuras tradicionales que trabaja el alfarero Miguel López hasta las de mariposas de Adhilenne o los trazos modernos de los más pequeños de la familia.

“Es una tradición muy viva. Por eso se llama cerámica fina de Mata Ortiz es decorativa, no utilitaria”, comentó la familia López Figueroa. Los precios van desde los 300 hasta los 250 mil pesos, pero todo depende del tipo de trabajo y la firma del alfarero.

De esta manera, Casas Grandes se convierte en toda una experiencia y puede ser el punto medio para continuar conociendo el estado de Chihuahua.