“Hasta que te conocí/Vi la vida con dolor/No te miento fui feliz/Aunque con muy poco amor/Y muy tarde comprendí/Que no te debía amar/Porque ahora pienso en ti/Más que ayer, mucho más” suena en el patio del Museo Juan Gabriel, en Ciudad Juárez, Chihuahua, lugar donde el legado del Divo no sólo se observa a través de sus vestuarios, premios y artículos personales, sino que se siente en las canciones que resuenan durante toda la visita.
Visitar el Museo de Juan Gabriel es toda una experiencia, desde la calle que conduce a él, el Paseo Juan Gabriel, en la que hay una estatua del cantante en cuya placa se lee con orgullo: “¡Arriba Juárez!”. Además, hay algunas fotografías del intérprete. Al ingresar al recinto, su música recibe al público y se puede apreciar el auto que usó para las fotografías del emblemático disco Los dúo 2, ese clásico y elegante Chevrolet Bel Air 1955 en azul y turquesa.
Después se vive una experiencia inmersiva en una pequeña sala en la que se interpretan algunas de las canciones más famosas del Divo de Juárez, recordando aquellos conciertos en los que demostraba que era uno de los mejores showmen que ha dado México. Luego de rememorar aquellas presentaciones, los visitantes ingresan al que fue hogar de Juan Gabriel, donde se pueden ver desde los trajes emblemáticos que usó en sus espectáculos, sus premios, zapatos, fotos históricas y una recreación de su camerino.

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“Todo lo que se encuentra en exhibición de la casa es original y fue propiedad de Juan Gabriel. Estaba en esta casa o en otras propiedades. Desde hace varios años atrás, antes de fallecer, empezó a reunir toda su colección. A partir de esta apertura permanente que tuvimos el año pasado, la familia Aguilera trajo piezas de varias ciudades y las integró a la colección que se muestra”, compartió en entrevista con La Razón Felipe Rojas, director del Museo Juan Gabriel, que en sus primeros nueve meses ha reunido a 22 mil visitantes de diversos países.
Cada espacio de la casa se conservó tal cual lo ideó el Divo de Juárez, desde la habitación que solía ocupar hasta las recámaras que destinaba para sus invitados especiales, su comedor y la sala. En ésta última se resguardan sus cenizas, convirtiendo al lugar en una especie de santuario del artista. Debido a esto, se prohíbe tomar fotografías o grabar videos en el interior de la histórica vivienda.

“La casa se respetó con la esencia del mobiliario que tenía. Los discos, reconocimientos, pero, sobre todo, la parte de la galería, se trajeron de otros espacios”, explicó el director del recinto Felipe Rojas.
Desde 2005, Juan Gabriel quiso compartir su legado con su público. De acuerdo con el titular del museo, tras su fallecimiento se trató de conservar la esencia de lo que él buscaba en este espacio.

“Un aspecto importante que busca el museo es conservar esa conexión con su público. Otra esencia que, podríamos decir que él también buscaba con el museo era beneficiar a Ciudad Juárez, porque él siempre estuvo agradecido con esta metrópoli por haber recibido a su familia, porque aquí empezó a ser artista”, comentó Felipe Rojas.
De tal manera que el Museo Juan Gabriel también se ha convertido en un motor que incentiva el turismo, pues acuden turistas de México, Estados Unidos, Chile, Venezuela, Perú, España, Francia, Alemania y Colombia, entre otros más. Además, se impulsan actividades que apoyan diversas causas, como los recorridos especiales para mujeres que son sobrevivientes de violencia de género.

“Es parte también de lo que buscamos, llevar esa alegría que nos daba Juan Gabriel en sus conciertos. El museo tiene también un impacto turístico; hay una derrama económica que se genera por el turismo que viene a visitar exclusivamente el recinto o que acude al Festival Cultural Juárez Juangabrielísimo, en agosto. En las ediciones pasadas que hemos tenido, 40 por ciento de los asistentes proviene de otros países”, resaltó el director.
El Museo Juan Gabriel seguirá creciendo y ofreciendo nuevas experiencias al público, se planea, por ejemplo, abrir el restaurante El Noa Noa, inspirado en la comida que le gustaba al artista o que solía degustar antes de sus conciertos, incluso sus clásicos jugos verdes.