Construido con cantera y granito, el “Memorial México-Tenochtitlán, siete siglos de legado de grandeza”, hoy integrado a la Plaza de la Constitución, invita a una pausa entre el ajetreo cotidiano, justo en una esquina junto al Palacio Nacional, para viajar 700 años atrás y recordar el origen de esta ciudad.
El conjunto, de una tonelada y media de peso, fue instalado sobre una trabe de la estación del Metro Zócalo.
“El peso está perfectamente distribuido para no generar ningún problema al sistema de transporte”, explicó José Alfonso Suárez del Real y Aguilera, asesor político de la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia de la República, durante un recorrido en el que destacó la relevancia de este nuevo espacio conmemorativo.
El memorial, conformado por láminas talladas, la recreación de un acueducto y un monolito en su parte superior, fue ubicado con tal precisión que queda alineado con la Calzada de Iztapalapa, el Templo Mayor y Tlatelolco.

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