A más de 40 años de la primera infección por VIH-Sida, ¿cómo ha sobrevivido la primera generación de contagiados, aquella que adquirió la enfermedad en la década de los 80?
Una infidelidad de su esposo Juan Carlos con la mujer de su mejor amigo, acabó con el matrimonio y el futuro que durante dos años había construido Norma Villegas desde que se casaron en una ceremonia civil en la ciudad de Tijuana, Baja California, cuando la contagió de VIH-Sida en 1989.
En el marco del Día Mundial del Sida, este 1 de diciembre, Norma relató a La Razón cómo ha sido su vida desde que fue infectada apenas a los 21 años de edad, lo que marcó un antes y un después de este suceso.
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En los ochenta fuimos más mujeres amas de casa las contagiadas que otro sector, a muchas les pasó como a mí, el marido se contagió en otro lado y venían a rematar con unaNorma villegas, Portadora de VIH
Conoció a Juan Carlos en 1984, ella tenía 16 años, él 22. En 1987, con tan sólo 19, le dio el “sí” para contraer nupcias por lo civil. En ese entonces, Norma juraba que su marido “jamás le escondería nada y veía un futuro próspero”; dos años después descubrió que tenía VIH y su mundo comenzó a derrumbarse.
La primera interrogante que Norma se hizo fue: “¿Cómo ocurrió?”. No daba crédito a un diagnóstico que para ella era “agresivo”; lo consideró una mentira inicialmente, pues al momento de un interrogatorio médico que, dijo, fue incómodo, le cuestionaron que si estaba segura que sólo había tenido una pareja sexual en toda su vida, a lo que ella contestó sin temor a dudas que sí.
Oriunda de Tijuana y, Juan Carlos, su esposo, quien falleció en 1995 a causa del VIH, era oriundo de Guadalajara. Se conocieron en un mercado municipal donde ella trabajaba como mesera en un pequeño local, al tiempo que estudiaba la preparatoria, mientras él trabajaba en una central de autobuses como personal administrativo.
“Recuerdo todo del día que me diagnosticaron, porque quien comenzó a sentirse mal primero fui yo, antes que mi esposo, pero el murió antes. En este tiempo vi morir a amigos de él, a mi propio esposo y a gente que he ido conociendo en este camino.
“Yo empecé con una diarrea incontrolable, ya nada me caía, después llagas, escalofríos, pensé que era salmonelosis pero el cuadro se fue complicando. Un 8 de diciembre llego a la clínica donde me dieron la noticia y ahí se cayó mi mundo”, expresó.
Norma Villegas recordó que el día que el médico Jorge Núñez Galván le dio el diagnóstico, ella aún, incrédula, caminó rumbo a su casa pensando que era una especie de equivocación.
Fue hasta que en un taxi que abordó, al escuchar sonar el tema “En algún lugar”, canción del grupo de rock español Duncan Dhu, soltó en llanto, pidió al chofer parar, y le pidió unas monedas para marcar a su esposo, en un teléfono que en ese entonces se usaban de disco.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, en México hasta la semana 45 de este años se tienen contabilizados 15 mil 480 casos de VIH-Sida, una cifra menor a la de 2023 cuando se reportaron 17 mil 941 eventos.
Tenemos que reforzar el diagnóstico de VIH y las infecciones de transmisión sexual, la prevención de enfermedades, la promoción de la salud, combatir todo tipo de estigmatización y de discriminaciónEduardo Rodríguez Nolasco, Encargado del despacho del Programa VIH-Sida de la CDMX
Cadena de contagios. Los meses que vendrían serían fatales, pues fue una semana después que su esposo acudió a realizarse la prueba, donde también dio positivo, al igual que otro grupo de amigos con los que solían salir a divertirse, convivir, bailar y tomar una copa.
En ese momento, comentó Norma, descubrió que Juan Carlos, su esposo, le fue infiel con la esposa de su mejor amigo, pues ellos también recibieron el mismo diagnóstico, y años más tarde descubrió que “la infiel” había sido quien creó la cadena de contagio de VIH.
Refirió que comparado con los ochenta a la fecha “hay un mundo de diferencia y de posibilidades”, pues aseguró que con los primeros casos se inició al mismo tiempo una “cacería de brujas”, incluso, le pedían no abordar con grupos grandes de personas el tema de su enfermedad, pues todo mundo temía contagiarse.
Además, otro factor determinante para que la enfermedad se propagara fueron los canales de información mal encauzados. “Después de que yo me casé, jamás volví a la cocina económica; mis estudios los fui dejando para dedicarme a la casa. En los ochenta fuimos más mujeres amas de casa las contagiadas que otro sector, a muchas les pasó como a mí, el marido se contagió en otro lado y venían a rematar con una”, lamentó.
Y agregó: “Creo que sí hay muchas cosas que han cambiado desde ese entonces hasta ahora, y la enfermedad en sí misma impacta de manera distinta en cada sistema, influye la alimentación, las prácticas, los hábitos, la discriminación sigue, han pasado, ¿qué?, 40 años o más, y la gente se sigue alarmando cuando les dices que tienes VIH. Eso no ha cambiado, por fortuna sí cambió el tratamiento, hay avances, hay más información.
“En mi caso, yo siempre le digo a las jovencitas que así les bajen el cielo y por mucho que confíen siempre pidan realizarse pruebas médicas”, relató.
Diagnósticos oportunos. Para Eduardo Rodríguez Nolasco, encargado del despacho del Programa VIH-Sida de la Ciudad de México, hay un reto importante para evitar la propagación del virus mediante un diagnóstico oportuno, pero también acabar con la estigmatización de las personas contagiadas.
“Tenemos que reforzar el diagnóstico de VIH y las infecciones de transmisión sexual, la prevención de enfermedades, la promoción de la salud, combatir todo tipo de estigmatización y de discriminación porque la salud es un derecho humano y todas las personas debemos tener acceso a la misma, con calidad, de manera gratuita”, mencionó a La Razón.
Se pronunció por ajustar las leyes para que haya la universalización de servicios de atención tanto en la CDMX como a nivel nacional, en diagnóstico y tratamiento. Informó que de 2012 a la fecha han sido atendidos en las clínicas Condesa cerca de 50 mil personas con VIH, principalmente de la Ciudad de México y el Estado de México, con un rango de edad de entre 25 a 45 años, pero también hay gente cercana a los 80 años.
“La epidemia de VIH en el país tiene sus daños, entonces, si estamos considerando que tiene una persona, estamos hablando que a los 38 o 40 años tuvo el contagio, éstas, con base en los tratamientos antirretrovirales que se dan en las clínicas, han permanecido con una calidad de vida sostenible”, explicó.
Indicó que la epidemia de VIH se concentra 87 por ciento hombres que tienen sexo entre sí; nueve por ciento mujeres y el resto (cuatro por ciento) personas transgénero, a quienes se les receta, principalmente el antirretroviral Bitarvyk.
A 40 años de distancia no hay una cura ni se cuenta con una vacuna efectiva que pueda prevenir el VIH, reconoció Leonor Huerta, investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM.
De acuerdo con el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH-Sida, alrededor de 40 millones de personas padecen esta infección en el mundo.
Entre 60 y 70 por ciento de ellas está bajo tratamiento, pero el porcentaje restante no, y probablemente ni siquiera sean conscientes de que son portadores.