Sin dirección exacta, sólo coordenadas en un mapa, el rancho Izaguirre se oculta entre páramos áridos al sur de la carretera El Refugio-San Marcos. Su fachada sombría es hoy símbolo de esperanza y dolor.
Los caminos de tierra dirigen al gran portón negro de tres metros de altura, que en letras blancas indica la llegada al “Izaguirre Ranch”, la cual recibe a las madres y padres buscadores de Jalisco y de otras latitudes del país, quienes, con fe, desean encontrar algún indicio de su familiar perdido días, meses o años atrás.

Un fuerte despliegue de seguridad implementado por la Guardia Nacional, la Defensa, la Fiscalía General de la República, además de la Fiscalía de Jalisco, resguarda el predio de una hectárea, en el que cabe un campo y medio de futbol.

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Al traspasar la puerta, la inmensidad asombra entre el sonido del aire que mece la maleza que crece en 80 por ciento del lugar. Toda la propiedad está rodeada de altos muros que impiden la vista desde el exterior. Dentro hay algunas construcciones en ruinas y estructuras parecidas a graneros, ahora bloqueadas por cintas amarillas.
Justo al lado del portón, hay una casa de dos pisos. La fachada que da a los caminos terregosos está pintada en naranja y un tono salmón, y una ventana blanca corona el segundo piso. Entre el tumulto de gente que se congrega en la sombra, la única que hay, las ventanas y el interior se bloquean.
En el recorrido no se visualizó el lugar en el que presuntamente se habían dado cremaciones de cuerpos o indicios de algún crematorio, mucho menos de lugares que presentaran señales de calcinamiento.

Siguiendo al oriente de esa casa, está “la bodega”, de techos altos de los que cuelgan algunas cuerdas. El piso, entre adoquines y tierra, sirve de otro lugar para guarecerse de la sensación térmica de 40 grados.
El lugar es oscuro y con un fuerte olor a encierro. Lidia Martínez, madre del Colectivo Guerreros de Jalisco, explicó a La Razón que en una de las esquinas se tomó la foto de las prendas y zapatos hallados. Ahí, ahora sólo hay una fotografía en memoria de un hombre de mediana edad, barba y bigote. Todo lo demás ha sido retirado.
Las paredes de ladrillo desnudas rodean un espacio donde aún quedan botes de pintura, cubetas, rastrillos nuevos, machetes y recogedores de mano, herramientas que los colectivos utilizaron para los primeros hallazgos de restos humanos, de los que ahora no parecen quedar rastros.
Luego hay una zona de pequeñas banderas rojas, amarillas y verdes que sobresalen de la tierra para marcar el lugar donde las autoridades hallaron objetos de las personas que aparentemente fueron traídas aquí.
- El Tip: El gobernador de Jalisco se reunió el 12 de marzo con líderes de colectivos de búsqueda para abordar los acuerdos con la Federación sobre el caso Teuchitlán.
Al fondo a la derecha se encuentra lo que se conoció como “la carnicería”. En ese lugar, presuntamente se descuartizaban y se desintegraban los cuerpos, pero hasta el momento no hay un dictamen que pruebe que así haya sido.
