Aunque diciembre suele asociarse con celebraciones, convivencia y unión familiar, para muchas personas este periodo puede convertirse en uno de los más difíciles del año. La ausencia de un ser querido en Navidad puede reactivar el dolor y hacer evidente el proceso de duelo, dijo Maite Fernández Torres, psicóloga y especialista en tanatología y duelo.
“No es sólo un duelo por la pérdida de un ser humano, quizá alguien está viviendo el duelo de la pérdida de un empleo, de una ruptura familiar o cualquier pérdida que pueda implicar un duelo”, explicó.
- El Dato: Cerca de 3.6 millones de adultos presentan síntomas depresivos, pero no todos buscan ayuda. Las cifras apuntan a que 15% de personas ha sufrido el padecimiento.
Esto se debe, señaló la especialista, a que la Navidad es una celebración que, en medio de sus platillos, sabores y lugares comunes, puede activar la memoria emocional y esto hace que la ausencia de la persona querida sea más evidente “y que el dolor se sienta como si estuviera nuevamente ocurriendo, recordando cómo se activa el dolor de esa ausencia”.
La profesora Dulce Sánchez, académica de la Escuela de Psicología del Centro de Enseñanza Técnica y Superior (CETyS) Universidad Campus Tijuana, explicó que el duelo suele intensificarse en estas fechas debido a una combinación de factores culturales, sociales y emocionales.
“La música, las luces, los platillos, los lugares que visitamos y hasta los olores de la temporada activan la memoria emocional. Esto hace que la ausencia de la persona querida sea más evidente y que el dolor se sienta como si estuviera nuevamente comenzando”, detalló.
- 819 mil 600 defunciones en México se registraron durante el 2024
Con lo anterior coincidió Aidé Guerrero, directora de los programas de psicología del CETyS, Universidad Campus Mexicali, quien, además, enfatizó que estas emociones no siempre corresponden a una depresión clínica, sino a una nostalgia que emerge cuando regresan estos rituales decembrinos, regresan a la casa, a la cena, o realizan las dinámicas familiares vinculadas a ese alguien que ya no está.
“La manera en que cada persona vive esta época depende en gran medida de su historia familiar”, comentó Guerrero.
Ambas especialistas coincidieron en que los elementos característicos de esta época, la reunión, la preparación de alimentos, el intercambio o el baile están construidos sobre la presencia afectiva. Cuando alguien falta, estas actividades pueden transformarse en recordatorios constantes que generan la tristeza, nostalgia o una sensación profunda de vacío.
Guerrero también se refirió a factores estacionales, en los que los días son más cortos, menos luz solar y más tiempo libre. “También se intensifican las emociones acumuladas durante el año. Además, la presión social por convivir y estar felices puede incrementar el malestar en quienes enfrentan duelos recientes o dinámicas familiares complejas”.
“Existe una presión colectiva por mostrarse alegres, lo que puede hacer que quienes están en duelo se sientan fuera de lugar, culpables o incomprendidos. Validar su experiencia es fundamental”, dijo.
Las expertas sostuvieron que este proceso emocional profundo debe expresarse, pues si se minimiza o ignora, puede tener efectos significativos en la salud mental y física.
“Negarlo o presionarse para aparentar bienestar puede complicarlo y prolongarlo. Acompañar con empatía ayuda a que la persona se adapte de manera saludable a esta nueva realidad”.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el 2024 se registraron más de 819 mil 600 defunciones en México y la tasa de mortalidad fue de 630 muertes por cada 100 mil habitantes. Esto significa que miles de familias atraviesan pérdidas cada año, circunstancia que puede hacer que la temporada decembrina reviva el dolor, intensifique nostalgias y la ausencia de seres queridos.
Martha Bolaños es economista; sin embargo, desde hace tres años dejó su carrera para cuidar de su madre, quien falleció este año. Para ella, este duelo es triple. “Me divorcié de mi pareja hace un año, mi mamá murió en mayo y no tengo empleo, es hasta ahora que me doy cuenta de que no lloré la separación de mi esposo, no lloré el tener que dejar un trabajo y el motivo por el que lo dejé ya no está”, dijo.
Ante este escenario, Martha decidió hace dos meses asistir a terapia y, aunque dice: “Me es funcional, eso no quiere decir que se vaya la tristeza. Desde que inició diciembre y me invitaban a algún lugar, me sentía enfadada, no podía creer que, aun sabiendo cómo me sentía, las personas no dimensionaran lo que me pasaba; pero fui entendiendo que a veces el dolor también nos vuelve egoístas. Ahora he decidido no salir mucho, y sigo con mis ejercicios y tratando de entender todo lo que pasó”, dijo.
Martha, de 45 años, comentó que en terapia aprendió que, para salir del duelo, es importante validar las emociones sin intentar cambiarlas, reconocer el dolor y acompañar sin presionar a “estar bien”. Afirmó que sus familiares han practicado la escucha activa: “escuchar sin interrumpir ni minimizar la experiencia”.
Y algo muy importante es mantener flexibilidad en las celebraciones, donde se permite que la persona decida qué tanto desea participar, además, de incorporar rituales sencillos de recuerdo, encender una vela, compartir una anécdota o brindar en honor al ser querido.
Otras recomendaciones que comparten las expertas es evitar exigir expresiones de felicidad. Cada quien vive la temporada desde su propia historia emocional; ofrecer ayudas concretas, acciones específicas como preparar alimentos, apoyar con pendientes o acompañar en trámites. Y algo muy importante es identificar señales de alerta, aislamiento extremo, insomnio severo, culpa persistente o desesperanza. De ser el caso, se recomienda buscar apoyo profesional.


