Atrapan a El H, sin un solo disparo, comiendo mariscos

Atrapan a El H, sin un solo disparo, comiendo mariscos
Por:
  • larazon

Foto Especial

De nada le sirvió el arma que llevaba para protegerse. Aquella pistola escuadra calibre nueve milímetros se quedó guardada en el portafolio donde la escondía. Cuando quiso tomarla, Héctor Beltrán ya estaba rodeado por al menos diez agentes federales que no le permitieron moverse más.

Así, sin un solo disparo y mientras comía mariscos en un restaurante de San Miguel de Allende, junto con un empresario y matador de toros, elementos del Ejército Mexicano y de la Procuraduría General de la República (PGR) detuvieron al líder del Cártel de los hermanos Beltrán Leyva: El H o El Ingeniero.

Pasaban de las 2:00 de la tarde cuando agentes federales cerraron la calle empedrada cercana a la zona centro del municipio. Se dirigían al restaurante de mariscos.

Sabían que ahí estaba el objetivo de la llamada “Operación Hotel”; el hombre al que le seguían la pista desde hace 11 meses. Aquél que decía ser empresario dedicado a la compra y venta de bienes raíces y de obras de arte, pero que en realidad era el máximo líder del cártel de narcotraficantes bautizado con sus apellidos.

Su rostro ya no era el mismo que ellos conocían gracias a una serie de fotografías que las autoridades decomisaron años atrás en la casa de uno de sus hermanos, en Culiacán, Sinaloa.

Héctor Beltrán tenía el cabello y las cejas teñidas de negro, era más delgado y además no llevaba ningún tipo de escolta como acostumbraban sus hermanos Arturo y Alfredo.

Precisamente tras la muerte de su hermano Arturo —quien fue abatido por la Secretaría de Marina-Armada en 2009 en un fraccionamiento de Cuernavaca, Morelos—, Héctor cambió su estilo de vida.

Dejó de ser ostentoso. Ya no usaba vehículos blindados o camionetas llamativas. Tampoco se hacía acompañar de personal de seguridad.

Una pistola escuadra era lo único que portaba el líder de uno de los cárteles más peligrosos del país para cuidarse, explicó ayer el jefe de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), Tomás Zerón de Lucio.

Pese a ello, el hombre que tenía tres órdenes de aprehensión y 29 expedientes en su contra, continuaba operando desde ese municipio.

Desde un lugar cercano a su casa controlaba el trasiego de droga que pasaba Sudamérica y por al menos 10 estados de la República como Morelos, Guerrero, Oaxaca, Sinaloa, Nayarit, entre otros.

Su bajo perfil le permitió pasar inadvertido entre sus vecinos y la policía local.

Nadie sabía que ese hombre era el mismo por el que las autoridades mexicanas ofrecían una recompensa de 30 millones de pesos y las de Estados Unidos, cinco millones de dólares.

Así llegó ayer al restaurante de mariscos. Iba con el empresario Germán Goyoneche, quien según las autoridades, era su operador financiero. Sin dispararle o golpearlo, los agentes federales finalmente lo atraparon.

La Agencia de Investigación Criminal practicó además, exámenes clínicos para constatar su estado de salud, en estricto apego a los protocolos de detención, constatando en todo momento que le fueron respetados sus derechos humanos.

El capo fue trasladado a las instalaciones de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) de la PGR

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