Las dos Coreas reabren diálogo y tiran discurso anti-Kim de EU

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Foto: larazondemexico

En diciembre de 2015, Corea del Norte y Corea del Sur —países que se mantienen técnicamente en guerra desde el armisticio de 1953— mantuvieron un maratoniano encuentro de dos días que supuso su último cara a cara hasta la fecha. La razón de aquel acercamiento fue rebajar la tensión después de que dos soldados surcoreanos murieran tras pisar unas minas en la Zona Desmilitarizada que, según Seúl, habían sido colocadas por los norcoreanos.

Dos años después de aquel episodio, ambos países acuden a la misma mesa de negociaciones con una realidad diferente a la de entonces. Pyongyang, sacando pecho de su potente —y al parecer exitoso—programa nuclear y balístico acelerado en los últimos meses; y Seúl, con un nuevo presidente liberal con una predisposición al diálogo mayor que la del Gobierno anterior.

Las dos Coreas optaron ayer por aliviar la tensión regional durante una histórica reunión celebrada en su militarizada frontera, en la que acordaron reabrir una línea de comunicación militar y facilitar la participación norcoreana en los Juegos de PyeongChang.

El encuentro, el primero de alto nivel que celebran los dos países en más de dos años, fue especialmente productivo y se celebró en un ambiente de inusual cordialidad en la aldea de tregua de Panmunjom, en la militarizada frontera intercoreana.

El Dato: Seúl espera que una mejor relación intercoreana facilite el camino para la resolución de la cuestión nuclear norcoreana y permita impulsar el diálogo entre EU y Corea del Norte.

Durante la reunión, la delegación del Norte comunicó que reabrió y que comenzará a utilizar hoy una de las líneas destinadas a comunicaciones militares en la región de la costa oriental de la península coreana.

Pyongyang decidió dejar de utilizar ésta y el resto de líneas de comunicación Norte-Sur en febrero de 2016, en protesta por la clausura de un polígono industrial intercoreano aprobado por Seúl, y su reactivación reduce la posibilidad de que se produzcan errores de cálculo militar en la tensa frontera entre los dos países.

A su vez, el régimen norcoreano respondió afirmativamente a la invitación del Sur para participar en los Juegos Olímpicos de Invierno, que se celebran a partir del 9 de febrero en el condado surcoreano de PyeongChang y dijo que tiene intención de enviar una misión al evento.

Esta representación norcoreana estaría integrada por altos funcionarios, animadoras y atletas, aunque el Norte no ha precisado si los deportistas competirían en las pruebas que se disputarán en PyeongChang.

Queda aún por determinar, entre otras cosas, el modo en que los norcoreanos viajarían al Sur (si es por tierra se requerirá un acuerdo militar) o cómo se cubrirían los gastos de la misión, ya que financiar la participación del Norte en PyeongChang podría vulnerar las sanciones que pesan sobre el régimen por sus programas de armas.

También está por ver si Pyongyang aceptaría la propuesta planteada hoy por Seúl, para que los deportistas de ambos países desfilen juntos bajo una misma bandera, como sucedió en varias ediciones de los Juegos Olímpicos de la pasada década.

Este acercamiento ha sido percibido por algunos observadores, como Harry J. Kazianis, director de estudios de defensa en el conservador Centro para el Interés Nacional de EU, como una trampa potencial para Trump, al tratar de sembrar discrepancias en la histórica alianza entre este país y Corea del Sur.

Pyongyang responde a las sanciones chinas

Los negocios norcoreanos en China empezaron a cerrar sus puertas ayer, consecuencia de las sanciones de la ONU contra el régimen, que intentan cortar de raíz sus fuentes de ingresos.

Harto de las provocaciones de Corea del Norte con sus lanzamientos de misiles y sus pruebas nucleares, las autoridades de Pekín decidieron apoyar las sanciones de la ONU contra el que fue su aliado durante la Guerra Fría, y cuyo comercio exterior depende todavía en un 90 por ciento de China.

Aunque oficialmente la fecha de cierre estaba fijada para este martes, muchos anunciaron su intención de permanecer abiertos.

La mayoría de negocios norcoreanos en China se concentran en el noreste, cerca de la frontera entre ambos países, e incluyen desde restaurantes hasta agencias de viajes, pasando por tiendas de comida.

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