Donald Trump ha vuelto al centro del debate público, esta vez por anunciar que Coca-Cola comenzará a utilizar azúcar de caña en lugar de jarabe de maíz de alta fructosa en su bebida más icónica en Estados Unidos. Aunque la compañía no ha confirmado oficialmente el cambio, el mensaje del expresidente republicano en su red Truth Social ha generado un efecto inmediato: especulación en los mercados, reacciones entre expertos en salud y economía, y hasta posibles repercusiones en el comercio internacional.
“Será una muy buena decisión por su parte. ¡Es simplemente mejor!”, escribió Trump, celebrando lo que describe como un logro personal en sus gestiones con la empresa.

Coca-Cola, salud y política: el ingrediente detrás del debate
Desde los años 80, Coca-Cola ha utilizado jarabe de maíz como endulzante en Estados Unidos, principalmente por razones económicas y regulatorias. Sin embargo, esta sustancia ha sido objeto de críticas por su relación con la obesidad, la diabetes y otros problemas de salud pública. En contraste, países como México continúan utilizando azúcar de caña, lo que ha contribuido a la fama de la “MexiCoke” como una versión más sabrosa y “natural” del refresco.

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La preferencia de Trump por la Coca-Cola Light es conocida, al grado que llegó a instalar un botón en el escritorio del Despacho Oval para que le sirvieran una lata a pedido. A pesar de sus propias críticas pasadas a los refrescos dietéticos, su entusiasmo por una Coca-Cola con azúcar de caña parece ahora alinearse con los discursos nacionalistas sobre salud y producción local.
¿La azúcar de caña más saludable?
Expertos en nutrición advierten que sustituir el jarabe de maíz por azúcar de caña no implica necesariamente una mejora significativa en salud. “El azúcar es solo azúcar”, afirmó Lisa Sasson, profesora de nutrición en la Universidad de Nueva York, al señalar que los efectos metabólicos de ambos endulzantes son similares.
No obstante, el secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., ha respaldado públicamente la eliminación de edulcorantes artificiales y jarabes, dentro de su plan “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser saludable”. Su postura ha alimentado la narrativa de que este cambio responde a un impulso real por mejorar la salud pública.
Modificar la fórmula de Coca-Cola podría incrementar su costo entre un 10 y 15%, según estimaciones de Investopedia, debido al mayor precio del azúcar de caña y los aranceles impuestos por el mismo Trump a países exportadores como México y Brasil.
La Asociación de Refinadores de Maíz advirtió que una transición así podría provocar pérdida de empleos y afectar al sector agrícola estadounidense, en especial a los productores de maíz que dependen del actual modelo industrial.
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