Van 33 muertos y 200  mil desplazados

Representantes de Camboya y Tailandia buscan diálogo

Malasia es mediador de conversaciones bilaterales inéditas; fuego cruzado en múltiples frentes agrava crisis humanitaria; Trump y ASEAN rechazan intervención externa

Personas reciben agua, en medio de los enfrentamientos, el pasado 26 de julio.
Personas reciben agua, en medio de los enfrentamientos, el pasado 26 de julio. Foto›REUTERS

El primer ministro de Camboya, Hun Manet, y el líder interino tailandés, Phumtham Wechayachai, estarán este lunes en Malasia para participar en diálogos impulsados por Kuala Lumpur destinados a poner fin a los enfrentamientos más graves entre ambos países en más de una década. Según el ministro de Exteriores de Malasia, Mohamad Hasan, ambos gobiernos depositan su confianza plena en las autoridades locales y acordaron que ningún país ajeno intervendrá formalmente, aunque Washington ha mantenido contactos discretos y el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, participa en las gestiones.

Los choques armados, que ayer cumplieron cuatro días consecutivos, han dejado hasta el momento al menos 33 víctimas fatales y obligado a 200 mil personas a huir de sus hogares en zonas fronterizas. A pesar de los compromisos públicos, el fuego de artillería, los bombardeos y ataques aéreos prosiguieron ayer al amanecer en varios puntos, incluidos templos disputados situados al noroeste y localidades distantes como Trat, en Tailandia y el llamado “Triángulo Esmeralda”, cerca de Laos.

  • El Dato: El riesgo de escalada regional persiste si no se cristaliza un pacto sostenible y creíble que ponga fin al derramamiento de sangre en zonas pobladas y templos disputados.

Desde Phnom Penh, la portavoz del ministerio de Defensa denunció que ejércitos tailandeses atacaron deliberadamente dos santuarios y lanzó acusaciones de invasión ilegal. Por su parte, Bangkok respondió que fuerzas camboyanas bombardearon residencias civiles en la provincia de Surin con artillería pesada, lo que generó acusaciones de agresión coordinada.

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Aunque el anfitrión de turno de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), el primer ministro malasio Anwar Ibrahim, había propuesto el viernes pasado un alto al fuego, las hostilidades persistieron sin pausa visible. Por su parte, el presidente estadounidense, Donald Trump, quien anunció que ambos mandatarios se comprometieron a avanzar hacia una tregua, elogió sus conversaciones en redes y afirmó que espera una era de entendimiento prolongado. Sin embargo, en la práctica, la desconfianza mutua marca cada movimiento de las negociaciones.

En un contexto más amplio, Phnom Penh aceptó en principio la idea de una tregua, mientras Bangkok puso en cuestión la sinceridad de los compromisos. El mandatario camboyano consideró la apertura diplomática como una oportunidad beneficiosa para ambos países y asignó a su canciller, Prak Sokhonn, coordinar con Marco Rubio para avanzar en una fórmula negociada.

Los enfrentamientos actuales representan el nivel más grave de violencia en casi 15 años por disputas territoriales sin resolver. Además, el gobierno malasio y la ASEAN mantienen un seguimiento cercano, aunque sin delegar formalmente la mediación a la ONU u otros actores internacionales.

A su vez, Washington ha advertido que no retomará negociaciones comerciales hasta que cesen los combates y estudia imponer sanciones arancelarias desde el 1 de agosto.