Inició la cumbre del clima en Azerbaiyán. Más de 200 países se reunirán para tratar de llegar a un acuerdo sobre cómo financiar la lucha contra el calentamiento global. Se buscará contar con una lista de donantes, países e iniciativa privada, que aporten en torno a 100 millones de dólares anuales destinados principalmente a apoyar a los países en desarrollo a migrar a energías renovables y a prepararse para el embate de los fenómenos naturales intensificados producto del alza de la temperatura. Las grandes preguntas son quiénes donarán, cuánto y a quién irá destinado el dinero.
En este escenario, el compromiso de las naciones es vital, por lo que algunos mandatarios europeos han asistido en persona a la inauguración del evento. Sin embargo, las delegaciones de China y Estados Unidos siguen mostrándose distantes y sin figuras prominentes entre sus filas. Estos dos países son los principales responsables de la emisión de gases de efecto invernadero, además de ser las dos principales economías mundiales. Su falta de compromiso puede dinamitar la meta de la cumbre.
La cumbre inicia con un aviso inquietante de parte de la Organización Meteorológica Mundial: 2024 será el año más cálido de la historia, llegando presumiblemente a estar 1.5 grados arriba del promedio de la era preindustrial. Esto nos sitúa ya dentro del margen fijado entre 1.5 y 2 grados que indican el límite máximo antes del desastre ecológico. Si esta tendencia se estabiliza, las pérdidas humanas, en la flora y fauna y en la economía, serán incontables.
Se han marchado en el invierno
En estos momentos parece imposible detener que el planeta supere establemente este 1.5 grados de aumento de temperatura, por lo que se tiene que pensar en medidas drásticas para frenar y revertir este fenómeno a la par de ser realistas y prepararnos para paliar con el desastre humanitario que implicarán los fenómenos naturales que se repetirán con devastadoras consecuencias. Huracanes súbitos categoría 5 como el que recientemente afectó Florida, la DANA que inundó Valencia y la sequía que vuelve inhabitable el cinturón de nuestro planeta. Millones de desplazados en economías destrozadas por el continuo embate de la naturaleza, nuestra nueva realidad.
La ONU ha abierto el diálogo asentando una frase poderosa: La lucha contra el clima y la aportación de recursos a los países en desarrollo no es una cuestión de caridad, es defensa propia”. Todos, sin importar dónde vivamos, sufriremos las consecuencias.
La gran incógnita es si Trump, el veleta, seguirá su negacionismo aupado en el dinero de las petroleras o si, ahora que Musk lo ha catapultado a la presidencia, apoyará las energías renovables. Poco se puede esperar de quien no tiene un sentido del bien común.