Es difícil que el presidente Trump nos sorprenda.
Sin embargo, incluso después de años de escuchar sus declaraciones bombásticas, a veces impulsivas y otras veces con peso real, el plan para el futuro de Gaza que anunció esta semana en una conferencia conjunta con el primer ministro de Israel sorprendió no sólo al mundo, sino también a su propio gabinete y a Netanyahu, quienes no habían discutido el supuesto plan con él.
En pocas palabras, Trump quiere que cientos de miles de palestinos migren hacia países vecinos (Jordania y Egipto) para que Estados Unidos pueda reconstruir Gaza y convertirlo en el paraíso del Medio Oriente.
Como suele ocurrir con Trump, es difícil saber si realmente éstas son sus intenciones, si se trata de una ocurrencia del momento o si responde a una estrategia política. A pesar de que es tentador pensar que se trata de un plan sin el menor fundamento, sacado de la manga para hacer titulares en las noticias, es el presidente de Estados Unidos, así que vale más tomarlo en serio y considerar que, tal vez, sea un plan verdadero o, al menos, una estratagema. Si éste es realmente su plan, tiene casi cero posibilidades de concretarse. No sólo los palestinos ven Gaza como su hogar y como parte de su identidad nacional, sino que ni Egipto ni Jordania estarán dispuestos a aceptar cientos de miles de palestinos, sin importar el precio. Esto podría desestabilizar profundamente sus regímenes y poner en riesgo su supervivencia. En Jordania, por ejemplo, la mitad de la población es palestina, y a pesar de que el régimen está controlado por los hachemitas, de ninguna manera el rey permitirá que se rompa el delicado balance entre palestinos y jordanos. Además, ninguno de los otros aliados árabes de Washington está dispuesto a jugar este peligroso juego.
¿Está Estados Unidos dispuesto a enviar miles de soldados e invertir cantidades exorbitantes de dinero para reconstruir Gaza? ¿Están los palestinos dispuestos a renunciar a sus aspiraciones, y la comunidad árabe e internacional dispuesta a permitir la recolonización de Gaza y esta fantasía inmobiliaria? No, ninguna de estas opciones parece plausible.
Entonces, ¿qué está tratando de hacer Trump aquí? Trump sabe que Netanyahu no quiere llegar a la segunda fase del acuerdo de cese al fuego en Gaza, porque sus socios de ultraderecha desean continuar la guerra y amenazan con derribar su gobierno. El plan de sacar a cientos de miles de palestinos de Gaza ha sido siempre la fantasía de la ultraderecha israelí. Trump, de esta manera, les está ofreciendo cumplir su sueño mesiánico: “Continúen con el acuerdo”, les está diciendo, “y yo me encargaré de cambiar el destino de Gaza”. Al igual que su plan para pacificar a Corea del Norte o su intento de resolver el conflicto palestino-israelí (en su administración anterior), parece que su plan para Gaza no va a evolucionar. Sin embargo, si estas declaraciones logran que la tregua continúe y que los rehenes regresen, habrá sido (intencionalmente o no) una gran jugada estratégica de Trump.