Gran revuelo han causado las vallas dispuestas para proteger el Palacio Nacional y los monumentos históricos, con motivo de las movilizaciones que se llevan a cabo con motivo del Día Internacional de la Mujer. Algunos actores han tomado estas acciones como argumento para criticar al Gobierno federal y a la Presidenta de la República.
Es de todos sabido que dichas movilizaciones pueden ser aprovechadas por grupos generadores de violencia e inestabilidad, disfrazados de defensores de las causas de las mujeres. Ahí están las agresiones sufridas por hombres y mujeres en diferentes movilizaciones ocurridas en años pasados; igualmente ampliamente documentados han sido los daños efectuados a bienes inmuebles públicos y privados sin justificación alguna.
La violencia es un absurdo siempre, y la protección de los ciudadanos una obligación. Las vallas forman parte de un dispositivo de seguridad que busca evitar los daños que dichos grupos pudieran provocar tanto en las personas como en los bienes.
Esas voces, concentrando su atención en las vallas, dejan de lado el gran trabajo y los grandes resultados que las mujeres mexicanas han logrado en distintos sectores y niveles. Nunca antes habíamos tenido un gabinete federal encabezado por mujeres, y mucho menos, una Presidenta de la República. Tanto en el sector público como en el privado, hoy las mujeres ocupan espacios de suma relevancia, que hasta hace sólo algunos meses parecían inalcanzables.
Por supuesto hay mucho por hacer. La capacidad y la valía de las mujeres, en todo sentido y espacio, están plenamente acreditadas y no debe estar sujeta a cuestionamiento. Debemos trabajar intensamente por terminar con el machismo y establecer de una vez por todas, oportunidades y remuneraciones en función de la capacidad, el desempeño y los resultados, no en función del género.
Vivimos un tiempo de mujeres. Es preciso reconocer avances y subrayar asignaturas pendientes. Es un hecho que mientras escribo estas líneas y usted las lee, millones de mujeres en nuestro país sufren violencia, discriminación y son privadas de oportunidades, remuneraciones y reconocimientos por el hecho de ser mujeres.
Impensable hace más de 100 años, cuando en Dinamarca un grupo de mujeres provenientes de diferentes países se reunieron para fortalecer los derechos de las mujeres y hacer valer su posición a través del voto, que hoy en día, México contara con mujeres que eligen y son electas, y que ocupan las posiciones de mayor relevancia en todos los sectores de nuestro país.
La responsabilidad es de todos, en la lucha por garantizar un piso parejo donde mujeres y hombres, independientemente de su género, tengan acceso a las mismas oportunidades. La Presidenta Claudia Sheinbaum lo ha repetido en diferentes ocasiones, “llegaron todas”, abuelas, madres, hijas y nietas, mujeres que merecen amplio reconocimiento y apoyo, en la construcción de una sociedad que les garantice paz y respeto.

