CARTAS POLÍTICAS

Inteligencia Artificial y la revalorización de la creatividad

Pedro Sánchez Rodríguez. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Pedro Sánchez Rodríguez. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: Imagen: La Razón de México

La Inteligencia Artificial está revolucionando nuestras vidas. Tiene el potencial de reformar la productividad de todos los países y es un auténtico transformador de empleos.

Es el último avance tecnológico capaz de eficientar prácticamente cualquier industria y de realizar cualquier tarea administrativa, analítica y, también creativa. No es una herramienta con respuestas determinadas por diagramas de flujo como un chatbot, se trata de la creación y educación de una persona virtual capaz de resolver problemas reales.

Una de las ventajas de la Inteligencia Artificial pasa por la reducción del error humano. La Inteligencia Artificial está siendo continuamente entrenada con la información disponible en internet y con los prompts o las solicitudes que se le hacen, lo que lo convierte en una herramienta dinámica, con un potencial inconmensurable de aplicación general.

Cuando uno piensa a la Inteligencia Artificial como una herramienta parecida al Internet, el acercamiento es más parecido a un recurso que facilita el quehacer diario, incrementa la productividad y eficienta los procesos. No obstante, cuando uno piensa en la Inteligencia Artificial como la creación de una persona virtual el acercamiento a la IA cambia, pues se trata de una persona que aprende continuamente, con una capacidad de almacenamiento superior, que no se cansa, que no se enferma y con el tiempo, no se equivoca.

Este hecho transformará la oferta y demanda educativa y el mercado laboral. Es posible que estas características se acentúen en países con bajos niveles educativos y altos niveles de desigualdad, en donde la persona virtual puede superar incluso las capacidades del promedio de la población. La Inteligencia Artificial genera entonces un dilema en donde será necesaria para aumentar la productividad de los países para generar mayor bienestar, pero en su desarrollo puede desplazar a millones de personas de sus fuentes de ingresos y empleos.

El uso de la Inteligencia Artificial requiere de personas que sean capaces de hacer las preguntas adecuadas para obtener los resultados necesarios, con la pericia de distinguir entre resultados ciertos o falsos. También requiere de personas que sean capaces de instalar y adaptar la Inteligencia Artificial a los procesos actuales en todo tipo de industrias. Esto requiere ingenieros, programadores y científicos de datos. Los Estados deben de prestar atención al desarrollo de estas capacidades en su población para hacer frente a la transformación del empleo y catalizar programas educativos y de capacitación laboral para hacer frente a esta revolución.

Otro efecto de la Inteligencia Artificial tiene que ver con la industria y el mercado creativo. Estas semanas las redes sociales se han llenado de imágenes que traducen fotografías al estilo Ghibli (caricaturas japonesas). La Inteligencia Artificial tiene la capacidad de crear arte. Más pronto de lo que creemos podremos pedirle a los servicios de streaming que nos haga una playlist con canciones parecidas a nuestra canción favorita, que ponga una película basada en el contenido que he estado consumiendo en el último mes, que haga ilustraciones a partir de la estética que yo prefiera. Todo este contenido creado por una persona virtual a partir de música, películas y arte previamente creado.

Esta consecuencia de la Inteligencia Artificial tiene el potencial de transformar la industria del contenido. La demanda actual no se caracteriza precisamente por el consumo de contenido innovador, disruptivo, ni nuevo sino en la búsqueda de contenido que replique lo que ya gusta. Por eso, es muy común que se aprecien reinterpretaciones con ritmo de hip hop de la “Para Elisa” de Beethoven hechas por Jon Batiste, intercambios tonales de canciones de los “Nocturnos de Chopin” de Hakdo o la repetición incesante de progresiones pegajosas de “Sofiane Pamart”, en vez de creaciones nuevas. Estas versiones hoy muy escuchadas y monetizadas, ahora podrán ser replicadas, reformuladas, interpretadas de forma masiva y automática por la Inteligencia Artificial.

Lógicamente esto genera un cambio radical en el mercado de la creación. Por una parte, el uso de material compuesto y creado por una persona en los últimos años por la Inteligencia Artificial para generar una nueva creación es y cada vez más será materia de disputa para la protección de derechos de autor. Segundo, la debacle y desvalorización del papel del compositor y el creador es inminente en un mercado que valora mucho más lo conocido que lo nuevo.

La Inteligencia Artificial entonces no sólo plantea un cambio para fines productivos sino que abre la puerta a replantear el valor y reorientar la función del trabajo humano, así como para explorar diversas formas de expresión y creación que rompan con el pasado, así como educar y reformular a las audiencias en este cambio de paradigma.

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