VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

¿AOC 2028?

Gabriel Morales Sod<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

La derrota de Harris hace algunos meses dio un golpe casi de muerte al partido demócrata.

Sorprendidos, desmotivados, asustados, sin liderazgo claro y enfrentándose al agresivo embate de Trump contra las instituciones democráticas; los inmigrantes; las universidades; sus rivales políticos; aliados estratégicos e históricos, y contra quién no, hubo incluso quienes sugirieron que la mejor estrategia para los demócratas sería no hacer nada; simplemente esperar el colapso del régimen como resultado del desastre que se avecina. Sin embargo, estos no son tiempos normales. Trump no es un político republicano cualquiera y, a diferencia de lo que ocurrió durante su primera presidencia, esta vez ha decidido deslindarse de los políticos de carrera y expertos del partido republicano, abrazar las ideas, métodos y fantasías de la extrema derecha, y utilizar el poder del Ejecutivo —muchas veces de forma ilegal— como nunca antes en la historia, para consolidar su poder y reducir la influencia de los medios, las cortes, e incluso del propio congreso. Desde las primeras semanas de su nueva presidencia, Trump ha coqueteado abiertamente con la idea de reelegirse por una tercera vez.

Algunas figuras del Partido Demócrata han intentado formular una respuesta y asumir el liderazgo. Está el senador de Nueva Jersey, Cory Booker, quien pronunció el discurso más largo en la historia del Senado (25 horas), mostrando temple, fortaleza y una crítica incisiva al régimen de Trump; también los gobernadores Josh Shapiro, de Pensilvania, y Gavin Newsom, de California, que han tratado de posicionarse como líderes del ala moderada del partido; y el exsecretario de Transporte, Pete Buttigieg, que se ha destacado por su oratoria y ha ofrecido varias entrevistas efectivas en medios nacionales. Sin embargo, ninguno de ellos ha hecho lo que, a mi parecer, es la única respuesta posible ante el embate de Trump: la creación de un movimiento de masas. Sólo mediante un movimiento político de esta naturaleza podrán los demócratas resistir el embate autoritario y construir una alternativa viable para la próxima elección.

Trump, no lo olvidemos, ganó por el margen más estrecho, y una gran parte del país espera con ansias un liderazgo claro que les indique cómo resistir y cómo proteger la Constitución y los derechos más básicos de los estadounidenses. Es por esto que la nueva campaña lanzada por el senador de Vermont, Bernie Sanders, y la congresista de Nueva York, la latina Alexandria Ocasio-Cortez, ha tenido un éxito descomunal, llenando plazas con miles y miles de asistentes. Sanders, que ha intentado ganar la candidatura del partido durante la última década, sabe que a sus 83 años es improbable que vuelva a postularse, y ha decidido preparar el terreno para su sucesora al frente del movimiento.

Esta dupla está haciendo algo que, para los mexicanos, nos resulta familiar. Después de la peor de las derrotas, decidieron salir a las calles y recorrer el país entero, no sólo los estados donde se decide la elección, sino incluso aquellos donde los republicanos dominan: Idaho, Utah, Montana, los distritos republicanos de California. Su mensaje, distinto al del resto de los demócratas y al de Kamala Harris, que apuestan por un discurso en defensa de las instituciones democráticas, es uno de lucha frontal contra la oligarquía, contra la concentración del poder y la riqueza en unas cuantas manos.

gmoralessod@gmail.com / @gabriel_msod

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