El Banco de México se encuentra actualmente en un proceso de relajación de su postura monetaria, tras haber reducido la tasa de interés de referencia desde un nivel máximo de 11.25% hasta 8.5% en su decisión más reciente. Esta estrategia representa un alivio para la economía nacional, que atraviesa una fase de marcada desaceleración.
La flexibilización de la política monetaria se sustenta principalmente en el éxito alcanzado en el combate a la inflación. Esta se ha mantenido dentro del rango objetivo del banco central (3% 1%) y las proyecciones apuntan a que permanecerá en dicho intervalo durante el resto del año.
Existen varios factores adicionales que respaldan la decisión reciente de Banxico y refuerzan la expectativa de nuevos recortes en la tasa de referencia. Entre ellos destaca el nulo crecimiento económico previsto para este año, lo cual reduce significativamente las presiones inflacionarias y otorga mayor espacio para una postura monetaria más laxa.

Coscorrón a desbocados de Morena
Además, a pesar del recorte acumulado de 150 puntos base en lo que va del año, la tasa de interés real ex ante —diferencial entre la tasa nominal y la inflación esperada— se mantiene en terreno restrictivo. Esto indica que aún existe margen para recortes adicionales sin comprometer la estabilidad de precios.
Otro elemento a considerar es la sincronía parcial entre la política monetaria de Banxico y la de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). En ese país, la inflación permanece contenida (2.3% en abril), mientras que los datos del primer trimestre de 2025 evidencian una contracción del PIB (-0.3%). Ante este panorama, según estimaciones propias, la Fed reanudará su ciclo de recortes, situando su tasa de referencia en torno a 3.75% hacia finales de año,
Si se confirma el consenso de analistas —según la Encuesta Citibanamex del 6 de mayo—, Banxico podría reducir su tasa hasta 7.75% hacia el cierre de 2025. Esto permitiría mantener el diferencial frente a la tasa de la Fed cercano al promedio histórico de 450 puntos base, lo que contribuiría a estabilizar el tipo de cambio y, en consecuencia, limitar presiones inflacionarias adicionales.
En línea con este enfoque, la guía prospectiva de Banxico sugiere la posibilidad de continuar con ajustes graduales: “Hacia adelante podría continuar la calibración de la postura monetaria y considerar ajustarla en magnitud similar”. Esta declaración incrementa la probabilidad de un recorte adicional de 50 puntos base en la próxima reunión, siempre que no se deterioren las condiciones financieras ni repunten las presiones inflacionarias. De concretarse, la tasa de interés podría cerrar el año por debajo de las proyecciones actuales del consenso.
No obstante, existen riesgos relevantes que podrían limitar el margen de acción de la política monetaria. El principal es el repunte inflacionario, el cual podría materializarse a través de diversos canales: (1) disrupciones en las negociaciones arancelarias, particularmente con México y China, que reviertan la tendencia actual; (2) reacciones alcistas en los precios de mercancías no alimenticias —como textiles y calzado— derivadas de la imposición de aranceles a importaciones chinas por parte de México; (3) inflación en EE. UU. superior a la esperada, impulsada por medidas proteccionistas, que obligue a la Fed a adoptar una postura monetaria más restrictiva; (4) una reversión en la debilidad del dólar que conlleve a una depreciación del peso mexicano; y (5) un déficit fiscal mayor al anticipado, que eleve las expectativas inflacionarias de corto y mediano plazos y requiera una respuesta más firme de Banxico.
En conclusión, aunque el contexto actual favorece una continuidad del ciclo de relajación monetaria, Banxico deberá mantener una vigilancia estrecha sobre los factores de riesgo internos y externos para preservar su credibilidad y el anclaje de las expectativas de inflación.
