BRÚJULA ECONÓMICA

Banxico en una encrucijada

Arturo Vieyra<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>&nbsp;<br>
Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.  Foto: larazondemexico

El dato más reciente de inflación coloca al Banco de México (Banxico) en una posición compleja, dado que en mayo tanto la inflación general como el componente subyacente registraron una aceleración por encima del 4% anual. Este nivel rebasa el límite superior del intervalo de variabilidad en torno al objetivo puntual de inflación del banco central (3% +/- 1 punto porcentual). Este repunte en los precios al consumidor representa un desafío para la postura de política monetaria, la cual ha venido transitando hacia una fase de relajación tras haber alcanzado una tasa de interés de referencia máxima de 11.25% en 2023, y que actualmente se sitúa en 8.50%.

En particular, la inflación general repuntó a 4.42% anual en mayo, desde 3.93% en abril. El principal motor de esta aceleración fue el componente no subyacente, cuya variación anual pasó de 3.76% a 5.34%, su mayor nivel en lo que va del año. En paralelo, la inflación subyacente también mostró una aceleración, al ubicarse en 4.06% anual frente al 3.93% del mes previo. Al interior de este subíndice, persiste una trayectoria ascendente en los precios de mercancías, mientras que el componente de servicios continúa su ritmo de crecimiento, aunque de manera gradual.

Este entorno ha incrementado los riesgos al alza para la inflación y, en consecuencia, ha disminuido la probabilidad de que Banxico implemente un recorte de 50 puntos base en su próxima decisión de política monetaria, programada para el 26 de junio, tal como había sido insinuado en su orientación prospectiva (forward guidance) más reciente. No obstante, la expectativa de un ajuste en la tasa de referencia en 50 puntos base sigue siendo elevada entre los analistas económicos y de mercado, debido a que persisten fundamentos que justificarían dicha acción.

Primero, aun con un eventual recorte hasta 8.0%, la postura de política monetaria permanecería en territorio restrictivo. Segundo, el diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos —asumiendo que la Reserva Federal mantenga sin cambios su tasa en junio— se ubicaría por debajo de su promedio histórico. Sin embargo, dada la actual debilidad del dólar, es previsible que dicha reducción no genere presiones significativas sobre el tipo de cambio peso-dólar.

Tercero, la debilidad del entorno económico, ya notoriamente acentuada, contribuye a reforzar las expectativas de desaceleración inflacionaria. Finalmente, considerando la base de comparación elevada del componente no subyacente durante el segundo semestre del año pasado —debido a aumentos atípicamente altos—, es factible anticipar una moderación en la inflación anual hacia un rango de entre 3.5% y 4.0% en la segunda mitad de 2025. No obstante, este escenario sigue siendo una proyección sujeta a incertidumbre.

Hacia adelante, tras la reunión de junio, es probable que Banxico adopte un ritmo más gradual en su ciclo de flexibilización monetaria. Incluso, podría observarse una disensión dentro de la Junta de Gobierno, con decisiones menos unánimes. A medida que persistan los riesgos inflacionarios y se reduzca el diferencial de tasas respecto a Estados Unidos, el espacio para nuevos recortes se verá limitado. Bajo este contexto, se anticipan pausas en el ciclo de relajación a partir de agosto, y recortes de menor magnitud (25 puntos base por reunión), lo cual llevaría la tasa de fondeo a niveles cercanos a 7.50% hacia finales de año, según estimaciones propias.

En síntesis, el proceso de normalización monetaria de Banxico enfrenta crecientes obstáculos. La reciente reconfiguración del entorno inflacionario ha acotado el margen de maniobra del banco central, complicando el camino hacia una política monetaria más laxa.