En Las Agujas, en Zapopan, Jalisco, un desarrollador inmobiliario comenzó los trabajos de limpia y nivelación de un predio de 20 hectáreas para construir vialidades, condominios y comercios.
La sorpresa fue que al excavar encontraron restos humanos en bolsas, muchas bolsas, más de 200 con restos de aproximadamente 38 cuerpos.
En Chihuahua, el crematorio Plenitud escondió 386 cadáveres que se suponía había incinerado. De hecho, a las familias de esas 386 personas les entregaron urnas y contenedores con cenizas que suponían eran el polvo que dice en las escrituras que terminaremos siendo.

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De Jalisco para México conocimos fragmentos de otra macabra historia, la del rancho Izaguirre, que si campo de extermino o sólo un centro de adiestramiento criminal.
La batalla semántica que la FGR, la que hoy entusiasma al respetable imaginando encarcelado al expresidente Peña Nieto, no pudo deslindar el hallazgo de ropas y calzados relacionados con cientos de reportes de desapariciones acumulados a lo largo de años, de jóvenes cuyas últimas localizaciones fueron de cuando iban en busca de empleos.
La imprecisión periodística en distintos expedientes que se han apropiado de agendas mediáticas articula o al menos autoridades guindas, naranjas, azules, verdes o tricolores así lo creen, sus discursos de deslinde en los que rechazan su responsabilidad política, cuando menos.
Lo imborrable, lo permanente, es que en México se ha normalizado entre la prédica populista y el registro noticioso, el reguero de cadáveres, de restos óseos sin tumba, revueltos, polvos, piedras y cenizas para peritajes forenses de exportación y nula credibilidad.
En la conversación pública los debates sobre la viabilidad científica de cremar los despojos de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, hace 11 años, o si atinar si unos tenis, playeras y harapos significan que un cártel criminal reclutó a personas contra su voluntad o mal se trata de madres buscadoras y golpistas que dañan la épica transformadora, la de otros datos, pero mismos muertos.
Las reyertas entre malos y peores a deshoras en Sinaloa o Guanajuato, en Michoacán o Jalisco, así como los daños colaterales de quienes estuvieron donde no debían ni deseaban, arrojan estadística fúnebre inmediata. Tantos muertos, tantos más ejecutados.
Para desgracia nacional y vergüenza mundial, las morgues clandestinas, los crematorios sin regla ni norma, los ranchos o los parajes en venta, escupen lo que gobiernos minimizan, esconden; decenas sobrantes de cuerpos cuyas almas penan en el limbo de la impunidad, la corrupción y las políticas públicas corruptas y cómplices.
Al cierre de esta columna La Razón digital consigna el reporte de Ceci Flores, otra madre buscadora que alerta sobre el hallazgo de restos humanos en un terreno de la alcaldía Cuauhtémoc. Pendiente de lo que informen las autoridades competentes. También la alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega.

