La Editorial Nun, que cumple 10 venturosos años, ha lanzado una nueva colección llamada Novohispania. Esta colección, dirigida por la Dra. Virginia Aspe, ha comenzado con el pie derecho con la publicación de un extracto de la Lógica mexicana de Antonio Rubio, traducida y anotada por el destacado especialista estadounidense Walter Redmond.
Antonio Rubio nació en 1548 en España, estudió en la Universidad de Alcalá y entró a la orden de los jesuitas. En 1576 fue enviado a la Nueva España para enseñar filosofía y teología. En 1600 Rubio volvió al viejo continente. Su Commentarii in universam aristotelis logicam fue publicada por vez primera en Alcalá en 1603. A partir de la reimpresión de 1605, en Colonia, se le comenzó a apodar como Lógica mexicana. La obra fue publicada 18 veces, entre 1603 y 1641, en distintas ciudades europeas. Hubo dos versiones, la larga y la corta, que, a su vez tiene otras dos versiones. Rubio se encargó de recortarla y actualizarla en todas esas ocasiones. El autor murió en 1615, en Europa.
Durante medio siglo, la Lógica mexicana de Rubio fue leída en los colegios jesuitas europeos. En uno de ellos, Descartes, padre de la filosofía moderna, estudió lógica con el texto de Rubio. En su excelente introducción al libro, Walter Redmond nos señala las características principales de la obra que nos pueden dar una idea de cómo la lógica de Rubio pudo haber tenido alguna influencia en el desarrollo de la filosofía moderna en Europa en aquellos años. Rubio sostiene que el objeto de estudio de la lógica no son las palabras ni los actos mentales, sino otro tipo de objetos que denomina entes de razón. Estos entes de razón son resultado de un proceso de abstracción que realiza la mente humana y que luego pone en relación con las cosas que percibe o intuye. Esta compleja teoría estaba basada en una distinción entre lo que llama primeras y segundas intenciones, que son operaciones del intelecto; la primera acerca de las cosas, la segunda con respecto a la manera en la que el intelecto reflexiona sobre los objetos de las primeras.

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La Lógica mexicana fue, durante mucho tiempo, la obra filosófica escrita en México más conocida en todo el mundo. Esto se debe a que fue utilizado como libro de texto. Rubio formó parte de una filosofía internacional, la de los jesuitas, que tenía instituciones repartidas por todo el planeta. El idioma en el que se daban las clases era el mismo: el latín. De esa manera, los estudiantes de todos lados podían leer los mismos libros de texto y recibir una formación uniforme, lo que le daba una extraordinaria cohesión a la orden. El centro principal de la filosofía jesuítica fue la Universidad de Coimbra. A los textos que salieron de allí se les conoce como “los conimbricenses”.
¿Qué tan mexicana fue la Lógica mexicana? Creo que no podemos decir que su mexicanidad tenga que ver con el contexto intelectual en el que fue redactada, es decir, la filosofía académica cultivada en la Nueva España en ese momento. Por lo mismo, podríamos decir que la Lógica mexicana es un texto de filosofía hecha en México, pero que, más allá de ese dato, no tiene más de mexicana. Su autor fue español, formado en España que, después de vivir en México durante algunos años, regresa a su patria en donde acaba sus días. La Lógica mexicana de Rubio tampoco es filosofía acerca de México, como la que escribieron otros autores virreinales, por ejemplo, Alonso de la Veracruz, en su Espejo de los cónyuges, otro filósofo español formado en España que viene a México a dictar cátedra. Me parece, por lo mismo, que no podemos encontrar ni en Rubio y ni siquiera en Alonso de la Veracruz el acta de nacimiento de la filosofía mexicana propiamente dicha. Lo he dicho antes y ahora lo repito. La primera obra redonda de filosofía mexicana es el Primero sueño de Sor Juana Inés de la Cruz. La monja nació en México, se educó a sí misma en México y escribió desde México y, además, en idioma español, no en latín, un poema filosófico extraordinario que merece ser incluido en todas las historias de la filosofía del siglo XVII.

