ARISTA

El estancamiento en la relación bilateral

Antonio Michel Guardiola. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Antonio Michel Guardiola. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

A pesar de la continuidad que ha dado el actual gobierno a la agenda política del anterior, en la relación bilateral con EU no ha gozado del mismo éxito. En el último mes, México ha recibido una ofensiva en varios frentes: aranceles al jitomate, presión legal por narcotráfico, exigencias en seguridad, una carta directa de la Casa Blanca y un pleito con el abogado de un narcotraficante. La estrategia de ajustarse a sus peticiones ya no es tan efectiva. Trump se dio cuenta del poder coercitivo que tiene sobre México y no desea parar; va por más.

El rompimiento del acuerdo comercial del jitomate tiene un simbolismo relevante. Trump impuso un arancel del 17% a un producto que representa más de 2,800 millones de dólares anuales en exportaciones mexicanas. Claudia Sheinbaum restó gravedad con el argumento de que no hay sustituto para el jitomate mexicano. Pero detrás del gesto hay una advertencia: Trump está dispuesto a usar el comercio como palanca política, incluso fuera del T-MEC. La amenaza de aranceles del 30% para agosto confirma que esto va más allá de un diferendo agrícola. El jitomate representa un bien ajeno al T-MEC y un producto crítico para las exportaciones mexicanas.

El segundo frente es la seguridad. El caso de Ovidio Guzmán resurgió por las declaraciones de su abogado, Jeffrey Lichtman. Su acusación es más política que legal, pero fue amplificada por medios afines a Trump. La respuesta presidencial fue inmediata y firme, aunque no logró evitar que la narrativa permease en el debate bilateral.

Lo anterior no abona a las declaraciones que ya había hecho Kristi Noem, jefa de Seguridad Nacional, quien retomó el discurso del “México fallido”. Su apoyo a redadas con perfil racial y su defensa de la militarización fronteriza tensionan aún más el entorno. Acusar al Gobierno de México de incitar a la movilización de los migrantes fue una herramienta demagógica útil para el equipo de Trump.

La carta enviada por la Casa Blanca el sábado pasado exige avances claros en temas donde México no tiene el control total: flujo migratorio, drogas y armas. Es, en los hechos, una hoja de condiciones.

Ante esto, Sheinbaum ha mantenido una posición defensiva. Rechaza la intervención, defiende la soberanía, no ha trazado una estrategia ofensiva ni ha involucrado a aliados estratégicos. Su apuesta parece ser negociar con bajo perfil, confiando en la interdependencia económica. Pero ese cálculo tiene límites.

Lo que está en juego es la relación con Trump, y también la percepción internacional de su liderazgo. ¿Tiene espacio para construir una narrativa propia frente a un socio que impone ritmos, agendas y amenazas? Todas las relaciones atraviesan crisis y para superarlas habrá que recurrir a la comunicación y en que ambas partes cedan, no en la imposición ni la improvisación.

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