La Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), encabezada por Jesús de la Fuente Rodríguez, quedó una vez más en el centro de la polémica del desastre informativo por su deficiente manejo comunicacional en torno a las sanciones aplicadas a CIBanco, Intercam y Vector Casa de Bolsa. La CNBV publicó un listado de multas por un monto total de 185 millones de pesos contra estas tres instituciones financieras, sin aclarar en el encabezado ni en el comunicado que se trataba de las mismas sanciones informadas tiempo atrás y por otras razones.
El error no fue menor: generó confusión en los mercados, provocó especulaciones sobre nuevas irregularidades y obligó a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) a salir de inmediato a contener el daño reputacional.
La CNBV presentó la información como si se tratara de un hecho nuevo, omitiendo datos clave que permitieran contextualizar correctamente la situación. No hubo un comunicado que acompañara la publicación con una explicación técnica, ni se cuidó la narrativa en medios oficiales o redes institucionales. Mucho menos funcional a donde dirigía para que se conociera el documento. El resultado fue predecible: la noticia fue interpretada por varios actores del sector financiero y medios de comunicación como una nueva ronda de sanciones, lo que amplificó el nerviosismo y enojo en torno a tres instituciones que ya enfrentan cuestionamientos regulatorios previos.

¿Y si en la propia 4T frenan la electoral?
Fue hasta varias horas después que la Secretaría de Hacienda tuvo que intervenir para aclarar que no existen nuevas sanciones, que las multas reportadas derivan de procesos administrativos previamente notificados y que, a la fecha, no se cuenta con evidencia alguna de que estas instituciones estén involucradas en actividades ilícitas. Lo que se sabe es lo que ya se dijo en la Unión Americana. La intervención de Hacienda no sólo intentó disipar las dudas, sino que dejó en evidencia la falta de coordinación entre las autoridades financieras, así como la improvisación con la que la CNBV sigue gestionando casos delicados que exigen máxima precisión, transparencia y responsabilidad. Lo que ya se había dicho, que han personajes del pasado que no respaldan al actual titular de Hacienda.
El caso más representativo dentro de este episodio es Intercam, que entre su casa de bolsa y su operación bancaria concentra más de la mitad del monto total sancionado. Las observaciones impuestas incluyen deficiencias en controles internos, reportes incompletos y fallas en los mecanismos y más. En semanas recientes, Intercam ha estado en el foco por parte de autoridades mexicanas y extranjeras, lo que ha generado tensiones adicionales entre clientes e inversionistas. La omisión informativa por parte de la CNBV no hizo sino agravar ese escenario y alimentar especulaciones innecesarias.
El episodio pone sobre la mesa una serie de errores acumulados bajo la gestión de Jesús de la Fuente al frente del órgano regulador. No es la primera vez que la CNBV se ve rebasada en su comunicación pública ante temas sensibles. En esta ocasión, la publicación tardía y sin contexto de las multas, sumada a la incapacidad de coordinar un mensaje claro y oportuno con la Secretaría de Hacienda, revela un patrón preocupante: el regulador técnico del sistema financiero mexicano no sólo enfrenta problemas en su función supervisora, sino que arrastra una debilidad crónica en su capacidad para comunicar con precisión, generar confianza y evitar crisis innecesarias. ¿A quién responde de la Fuente?
El costo reputacional de estos errores no se limita a las entidades sancionadas. La falta de claridad institucional también golpea la percepción del sistema financiero en su conjunto, alimenta incertidumbre entre usuarios, y deteriora la confianza que tanto trabajo ha costado construir entre inversionistas nacionales e internacionales. En lugar de proyectar firmeza y orden, la CNBV volvió a exhibirse como una autoridad que no mide el impacto de su narrativa pública y que, ante el menor tropiezo, debe ser enmendada por otras instancias del Gobierno federal.
Aunque Hacienda reiteró su compromiso con la transparencia, la supervisión permanente y la protección de los usuarios, el mensaje ya ha quedado claro: si la CNBV no corrige el rumbo en su comunicación y estrategia institucional, estos episodios de desinformación se seguirán repitiendo. Y con cada error acumulado, el margen de confianza se irá reduciendo. Incluso al interior de la CNBV se sabe que no es querido Jesús de la Fuente, quien tiene que replantear profundamente sus procesos internos de divulgación, coordinación interinstitucional y lectura del entorno. De lo contrario, el sistema regulador seguirá atrapado en una dinámica de reacción tardía, incertidumbre pública y erosión constante de credibilidad. A tiempo está Jesús de la Fuente de presentar su renuncia, grave el daño que le está haciendo a la gestión de la Presidenta.
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