Durante la última semana se difundieron indicadores clave que marcan cambios relevantes tanto en la coyuntura como en la estructura económica del país. En primer término, el dato oportuno del PIB correspondiente al segundo trimestre de 2025 superó las expectativas del mercado. De acuerdo con la estimación preliminar, la economía creció 0.7 % en términos trimestrales, cifra que contrasta favorablemente con el 0.2 % registrado en el trimestre previo.
Este desempeño estuvo impulsado por una recuperación significativa en los sectores industrial y de servicios, que reportaron avances trimestrales de 0.8 % y 0.7 %, respectivamente. En el caso de la industria, el repunte cobra particular relevancia tras medio año en contracción, lo que sugiere que el sector podría haber tocado fondo y se recupera en paralelo con el mercado norteamericano.
A pesar del avance observado, el crecimiento acumulado del PIB en el primer semestre se ubicó en apenas 0.9 % anual. Para la segunda mitad del año, el panorama apunta a una posible y moderada desaceleración, dado que persisten riesgos asociados a la debilidad de la inversión pública y privada. Estimaciones propias apuntan 0.6% de avance del PIB en todo 2025.

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No obstante, el dato reciente mejora la percepción sobre el desempeño económico, pues si bien no revierte la actual fase de debilidad, sí descarta de manera clara el riesgo de una recesión técnica. Además, es probable que este resultado impulse revisiones al alza en las proyecciones de crecimiento entre los diversos analistas para el cierre del año.
En segundo lugar, se publicó la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2024, una herramienta estadística fundamental para analizar las condiciones de bienestar de los hogares mexicanos. Dado el amplio espectro de información que ofrece, en esta ocasión destaca el análisis del ingreso, cuyos resultados fueron positivos.
Según la encuesta, el ingreso trimestral promedio por hogar —conformado por 3.35 integrantes en promedio— se ubicó en 77,864 pesos, lo que representa un incremento real de 10.6 % respecto a 2022.
Al desagregar por deciles —donde el decil I representa al 10 % de la población con menor ingreso y el decil X al 10 % con mayor ingreso— se observa que el ingreso medio en el primer decil fue de 16,795 pesos, mientras que en el décimo alcanzó 236,094 pesos. Esto implica que el 10 % más rico percibe un ingreso 14 veces superior al del 10 % más pobre, una brecha estructural persistente en el país desde hace décadas.
Sin embargo, un aspecto relevante es que la desigualdad continúa reduciéndose. El decil X registró un crecimiento de 6.4 % en su ingreso promedio respecto a 2022, mientras que el decil I lo hizo en 13.3 %. Esta mayor expansión en los deciles más bajos contribuyó a una disminución en el coeficiente de Gini (medida que se usa para medir la desigualdad en la distribución del ingreso), que se ubicó en 0.391, uno de los niveles más bajos registrados históricamente.
Estos resultados apuntan a una posible disminución de los niveles de pobreza (que próximamente dará a conocer el INEGI), especialmente notable en un contexto de bajo crecimiento económico. El avance en la redistribución del ingreso parece haber sido impulsado por aumentos en los salarios reales y el fortalecimiento de transferencias gubernamentales y remesas, factores que han beneficiado especialmente a los hogares de menores ingresos.

