ANTROPOCENO

Espejos boliviano y argentino

Bernardo Bolaños. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Bernardo Bolaños. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

Las recientes elecciones presidenciales en Bolivia desembocaron en una segunda vuelta entre candidatos de derecha y de centro, poniendo fin a dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS). Esta transición se puede atribuir a conflictos internos en el MAS, pero también a la crisis económica y al símbolo de Javier Milei, presidente del vecino país, que ha modificado la percepción del electorado boliviano hacia las políticas de derecha.

Bolivia enfrenta una crisis económica (comida cara, escasez de dólares y colas para conseguir combustible). Los candidatos presidenciales que pasaron a la segunda vuelta, Rodrigo Paz y Jorge Tuto Quiroga, se presentan como líderes capaces de traer “platita para todos”. Por ejemplo, el Salar de Uyuni es el mayor yacimiento de litio del mundo (alrededor de 21 millones de toneladas), pero su producción está por debajo de la de los países vecinos, Argentina y Chile. Los bolivianos ahora quieren menos nacionalismo y más capitalismo.

En Bolivia, el hecho de que ambos candidatos en la segunda vuelta no sean de izquierda indica que la gente, cansada de estancamiento y de crisis, se inclina hacia el estilo de Milei de más competencia y menos Estado.

¿Hay un milagro Milei en Argentina? En 2025, los argentinos son estadísticamente menos pobres en ingresos que al tomar posesión Milei, porque la inflación se ha controlado. Pero ello no significa mayor acceso a la atención médica o menor deserción escolar. Al contrario, con Milei, los ingresos se están recuperando, pero la protección social se redujo.

Para sus partidarios, Milei es el milagro (inflación a la baja, mercados en calma, pobreza de ingresos disminuyendo en el papel). Para sus críticos, es una pesadilla (niños que trabajan, comedores populares que cierran, la carne fuera del alcance de los más pobres).

Pero la política en América Latina no capta matices. A los votantes nos gustan los memes y los chismes, no distinguir la diferencia entre indicadores de pobreza por ingresos (que reduce Milei) y multidimensionales (que podría hacer aumentar). Como Milei parece haber “domesticado a la bestia”, otros países aceptan la fórmula, incluso si produce desigualdad y deserción escolar.

El resultado de Bolivia demuestra que el experimento argentino tiene un poder simbólico, no porque haya mejorado la calidad de vida en general, sino porque Milei restableció una sensación de control sobre el caos. Los votantes están dispuestos a aceptar sacrificios (incluso la normalización del trabajo infantil y la carestía de alimentos), si creen que la alternativa es un tobogán de izquierda hacia abajo.

Si los bolivianos, después de Evo Morales y Luis Arce, se inspiran de Argentina ¿qué pasará en México después de AMLO y de Sheinbaum? Algunos economistas creen que ya hemos llegado al tope de reducción posible de la pobreza, usando programas sociales y aumentos al salario mínimo. Cuando las cuentas públicas ya no se puedan estirar más, aumente el comercio informal y suponiendo que se confirmen escándalos de corrupción, es posible que el electorado también quiera más mercado y menos juniors morenistas enriquecidos.

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