VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Otra vez el Caribe

Rafael Rojas. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Rafael Rojas. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

La condición entre imperios del Caribe vuelve a mostrar su rostro más peligroso en estos días. Una condición verificable a lo largo de la historia, desde las guerras atlánticas de fines del siglo XVIII hasta la Crisis de los Misiles de octubre de 1962, en Cuba, pasando por la guerra hispano-cubana-estadounidense de 1898. Puede que lo que sucede en estos días no derive en una confrontación regional, pero revela una situación explosiva en varios frentes a la vez.

En el Caribe se superponen no pocos escenarios conflictivos. Por un lado, está el rebasamiento del Estado en Haití con una secuencia interminable de violencia, bandas criminales y emigración incontrolada. La ingobernabilidad en Haití genera todo tipo de iniciativas de auxilio, desde foros regionales o internacionales, incluyendo la ONU y la FAO, que no dan abasto en su gestión. Estados Unidos y Francia tienden aumentar su presencia en la región a partir de la crisis haitiana.

Por otro lado, está el conflicto puntual entre Venezuela y Guyana, que sube de temperatura conforme avanza el proyecto de Nicolás Maduro de anexar el territorio del Esequibo. La ONU y la Corte Internacional de Justicia han logrado muy poco en sus intentos de mediación, por lo que, otra vez, diversas potencias como Estados Unidos y Gran Bretaña promueven cada vez más apoyo a Guyana.

A esas tensiones habría que agregar la permanente fricción de Cuba, Venezuela y Nicaragua con Estados Unidos. Esa fricción, en la que convergen la crisis migratoria y el tráfico de drogas, genera de tiempo en tiempo amagos de relanzamiento de alianzas militares entre los regímenes bolivarianos y potencias rivales de Estados Unidos, como Rusia, Irán y, en mucho menor medida, China.

A diferencia de las dos últimas administraciones demócratas, las de Barack Obama y Joe Biden, el gobierno de Donald Trump enfrenta esa múltiple conflictividad con grandes despliegues de fuerza naval, como los que vimos este fin de semana, y con un lenguaje intervencionista que recuerda tiempos muy anteriores a la Guerra Fría e, incluso, a la política del Buen Vecino, cuando la era de las cañoneras.

La actual administración republicana mezcla todos los enfoques belicistas, especialmente, en su abordaje de la cuestión venezolana. Aplica a ese país la versión más agresiva de la guerra contra las drogas, tan desastrosa en Colombia y México, y la combina con un prometido y nunca cumplido proyecto de derrocamiento militar del régimen de Maduro, parecido al expediente de intervención virtual que en los 80 manejó el gobierno de Ronald Reagan para Cuba y Nicaragua.

El resultado de esas nuevas variantes de viejas agendas es una mala copia de las pugnas imperiales en el Caribe, con Francia enviando buques para proteger a Guadalupe y Martinica, Trinidad y Tobago apoyando a Estados Unidos y Gran Bretaña, mientras Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega capitalizan la amenaza y llaman a la unidad, la lucha y el continuismo.

Temas: