Tuvo la templanza de abrillantar, como una lámpara fina de plata, un mismo texto durante cuarenta y cuatro años. Gloria Gervitz empezó a escribir algo en 1976 y por décadas habitó poemas independientes. Nacida en la Ciudad de México en 1944, de padres ucranianos, en 2016 tuvo la intuición mordiente de que aquello disperso era un todo. Redondo. Uno solo. Lo llamó Migraciones. “La buena poesía es más sabia que su autor”, garabateó en él. Así es. La versión más definitiva del libro la coeditaron en 2024 la Universidad Iberoamericana y Mangos de Hacha.
En ese poema de largo aliento, la autora nos muere y nos renace y nos vuelve a morir a sus anchas. Obsesiva, casi maniaca, Gervitz aborda en él una diversidad de temas, ritmos. Hasta la disposición visual en la página es propositiva. Nada obsta para que sea un conjunto sólido y aéreo a un tiempo, donde prima la voz de mujer. De mujeres.
Bueno, pues acaba de lanzarse Prosas, coedición de la Universidad Iberoamericana y Literatura UNAM. En sus páginas se exprime el proceso de escritura de Gervitz, a través de ensayos, notas y conferencias suyas, más semblanzas y entrevistas de Myriam Moscona, Marco Antonio Campos, Marta Eloy Cichocka, Blanca Alberta Rodríguez. Los derechos de Gervitz los posee su albacea, la certera Tania Favela, poeta, catedrática de la Ibero y gracias a quien se hizo la coedición. El volumen también le debe mucho a Hernán Bravo Varela, editor del Periódico de Poesía, así como a Fabián Espejel, Carmina Estrada, Víctor Cabrera, Xitlalitl Rodríguez y Julieta García González.

Nuevo Consejo Presidencial
Comparto cinco luminosidades de Prosas, este libro necesario. Son esclarecedoras en sí mismas y además revelan cantidad sobre el deslumbre creativo de Gervitz.
ENTREGARSE
“Lo que he sentido y hecho es estar al servicio del poema. [...] Escribir se parece mucho a un voto monástico: tú te das a la poesía. Tú te le entregas y al entregarte, ella responde o no”.
VIDA Y TEXTO
“Hago mía esa frase de Yeats: es a mí misma a quien corrijo al corregir mis textos”.
JUAN RULFO
“Pedro Páramo es un ejercicio de eliminación. La estructura está construida a base de silencios, de hilos colgantes, de escenas cortadas, pues todo ocurre en un tiempo simultáneo que es un no tiempo. Allí todos están muertos. [...] Las palabras, más que oídas, se sienten. Blanco sobre blanco”.
MIEDO DE SENTIR
“He tenido reticencias a preguntarme. ¿Cómo lo hice?, ¿por qué? [...] La poesía, me parece, es el frotamiento del corazón y del miedo. Siempre está el miedo: ¿de ver?, ¿de no ver?, ¿de sentir?, ¿de no sentir más?”.
ACOMPAÑAMIENTO
“Piensa en cuántos poemas, en los tiempos más difíciles, circularon a pesar de la censura. [...] ¿Cuántas personas se sintieron acompañadas por la poesía y cuántos lectores sienten, en la verdadera poesía, una auténtica compañía, solidaridad, ánimo?”.

