CONTRAQUERENCIA

Septiembre: nueva era

Eduardo Nateras<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Eduardo Nateras*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El mes de septiembre arrancó con la agenda cargada de eventos de toda la relevancia y que, en varios sentidos, vislumbran un cambio de época para nuestro país.

Por un lado, la Presidenta Claudia Sheinbaum presentó con bombo y platillo el Primer Informe de Gobierno de su administración. Como suelen ser ingredientes comunes en estos actos, los aplausos complacientes no faltaron. Llama la atención la apreciación de país que pueden tener la y los mandatarios en turno al dirigirse a la nación durante el informe, que suele ser tan diametralmente distinta a la que vive la población en su día a día. Al respecto, mención especial merece el apartado referente al abasto de medicamentos.

Por otro lado, con el inicio de este mes también arrancó el nuevo periodo de sesiones del Congreso de la Unión, con la reforma electoral como principal tema en la agenda. Sin embargo, destacó que el periodo de sesiones arrancara sin la definición de la nueva mesa directiva, pues, luego del ridículo y bochornoso ring que se montaron en plena tribuna Gerardo Fernández Noroña y Alito Moreno, los ánimos seguían muy encendidos como para ceder este bastón de mando.

Tras algunos días de indefinición, será Kenia López Rabadán, del PAN, quien presida la nueva mesa directiva de la Cámara de Diputados, como integrante de la segunda fuerza política en el Congreso y en el Senado, en sustitución del histriónico pugilista Fernández Noroña llegó Laura Itzel Castillo. Si bien dicha figura, en realidad, implica más visibilidad que verdadero poder —pues, indiscutiblemente, el control sobre cualquier decisión relevante dentro del Congreso sigue en manos de la 4T—, no deja de sorprender que al oficialismo le costara tanto trabajo soltar en Diputados el mando como correspondía, según los acuerdos alcanzados entre bancadas desde que inició la presente legislatura.

Finalmente, el 1 de septiembre marcó el inicio de funciones del nuevo Poder Judicial, producto de la reciente y fraudulenta elección que, en un chasquido, terminó con la autonomía e independencia de uno de los tres poderes del Estado. Sólo para tenerlo en mente, en los acordeones se incluyó el nombre de nueve personas candidatas para asumir un cargo en la novel Suprema Corte, de las cuales… las nueve resultaron electas. Precisión de francotirador envidiable, sin duda.

Así el nuevo panorama político nacional, donde todas y todos —a pesar de sus diferencias— de a poco se integran al único aparato de Estado existente —sin las mínimas ganas de disimularlo—, lo que no se veía desde esas rancias épocas de régimen hegemónico del siglo pasado. Controlar y lidiar con esas disimilitudes internas era el nombre del juego entonces y vuelve a serlo de forma cada vez más recurrente, ante una oposición tan fácilmente sobrepasable y cada vez más ignorable, pero con una dinámica interna de partido todopoderoso cuyos mayores peligros se encuentran dentro de sí mismo.

Morena, pues, en caballo de hacienda, con la rienda de los tres poderes en la mano. ¿Qué más se puede pedir?

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Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón