En la reunión que sostuvieron este miércoles la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y el secretario de Estado del gobierno de Estados Unidos, Marco Rubio, en la que éste insistiera más que en combatir a los cárteles de la droga, en que, como lo apuntamos aquí ayer, cumpla el ofrecimiento que le hizo al presidente Donald Trump de “eliminar de inmediato las barreras comerciales y no comerciales” como compromiso para que prorrogara 90 días la aplicación de más aranceles a otros, ya que aquéllas afectan el intercambio comercial entre ambos países al incumplir lo establecido en el T-MEC.
En la mañanera de ayer, ella reconoció que el reclamo a México es la existencia de 50 barreras comerciales no arancelarias, las cuales son revisadas en una mesa de negociación que encabeza el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, aunque aclaró que no se trata de violaciones a ese tratado, sino de “obstáculos” que Washington identifica como barreras en el comercio bilateral, y que están siendo revisadas una a una, aunque asegura que no lo son, que hoy es lo que preocupa a EU, entre ellas la política energética y obstáculos regulatorios en diversos sectores.
DE ESTO Y DE AQUELLO…

Cónclave para el regalo de Alito
Después de aquella conversación telefónica con su homólogo Trump, la mañana del 31 de julio pasado, un día antes de la fecha en la que éste anunciaría aranceles hasta del 50 por ciento a todos los productos que México exportara a su país, dijo que la Presidenta le ofreció que, “de inmediato, lo haría”, que fue lo que motivó la petición de Rubio y que la mandataria reconociera y explicara los motivos de ese incumplimiento, que EU considera que incumple el T-MEC.
Marcelo Ebrard, secretario de Economía, presume ser “visitante frecuente” en la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos en Washington, en la que “hasta le abren la puerta cuando llega, cada semana”, para negociar los desacuerdos del gobierno de ese país por incumplimiento a eliminar barreras comerciales no arancelarias vigentes que demanda la Casa Blanca.
Será difícil que Luisa María Alcalde, presidenta de Morena, frene a tantos familiares de gobernadores, legisladores y alcaldes que están decididos a ignorar el nepotismo para contender por algunos de esos cargos, del que es ejemplo el senador Saúl Monreal, de Zacatecas.
Si a eso se agrega la pretensión del ala “dura” del guinda en San Lázaro, de entorpecer el desempeño de Kenia López Rabadán, la panista que presidirá la Mesa Directiva de la Cámara baja, hasta de evitar que aparezca al lado de la Presidenta Sheinbaum en actos oficiales este mes, tendrá más problemas.

