VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

La comunidad internacional tiene planes para Palestina

Gabriel Morales Sod<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Con una orden de detención de la Corte Penal Internacional sobre su cabeza, con el mundo dándole la espalda y con su propio pueblo en las calles tratando de derrocarlo, Netanyahu llegó a Naciones Unidas más solo que nunca.

El tsunami diplomático, que comenzó hace algunos días cuando Gran Bretaña, Francia, Canadá y Portugal reconocieron al Estado palestino, continuó con enorme fuerza esta semana. Lo que hace apenas unas horas parecía un gesto meramente simbólico resultó ser sólo el inicio de una jugada estratégica: primero Occidente y ahora la comunidad internacional entera, en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, intentan revivir el multilateralismdo y presionar —o incluso obligar— a Israel y a Hamas a poner fin a la guerra en Gaza y abrir un proceso de paz en la región.

Netanyahu tuvo, hace apenas unos meses, la oportunidad de terminar la guerra y liderar él mismo ese proceso. Pudo haber impulsado una transición en Gaza y la formación de un gobierno tecnócrata palestino con apoyo del mundo árabe, garantizando al mismo tiempo la seguridad y los intereses de Israel. Sin embargo, su obsesión por mantenerse en el poder y complacer a su base de ultraderecha terminó por dejarlo aislado y a Israel casi completamente solo. Tras el golpe inicial de las potencias europeas, los ministros de Bibi, desconectados por completo de la realidad, reaccionaron amenazando con duras consecuencias y prometiendo anexar Cisjordania. Netanyahu, por su parte, insinuó que habría una respuesta, aunque evitó comprometerse con la anexión antes de escuchar a Trump, su último aliado, del que esperaba una luz verde para seguir avanzando hacia el abismo.

La sorpresa no tardó en llegar. Mientras Netanyahu ensayaba en perfecto inglés un discurso vacío, al que pocos asistirían en Naciones Unidas, Trump se reunía, sin siquiera avisarle, con los líderes del mundo árabe y Turquía para acordar un plan de paz.

Horas más tarde, en un discurso histórico, el presidente de Indonesia, el país musulmán más poblado del planeta, dio más detalles de lo que podría convertirse en una esperanza real para la región. El plan prevé la salida de Hamas del poder, la entrada de una fuerza militar multilateral en Gaza y el establecimiento de un gobierno palestino dispuesto a reconocer, tal como lo hizo sorpresivamente el propio líder indonesio, al Estado de Israel. Todo esto, condicionado a la liberación inmediata de los rehenes israelíes.

Si el mundo logra imponer este acuerdo, será uno de los grandes triunfos del multilateralismo y, sobre todo, un alivio enorme para Israel, para los palestinos y para la región entera. El último obstáculo para iniciar este proceso es el propio primer ministro israelí, quien, acorralado, es más peligroso que nunca.

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Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón