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Vejez con dignidad, el desafío

Salvador Guerrero Chiprés<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Salvador Guerrero Chiprés*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El país envejece. La frase es un dato para la política pública: México pasó de un seis por ciento de personas adultas mayores en 1990 al 13 por ciento en 2025, según el Inegi. Y para 2050, uno de cada cuatro habitantes tendrá más de 60 años.

La vejez aparece como la nueva frontera de los derechos y desafíos marcados por la soledad, despojo patrimonial, falta de dinero y salud. La Ciudad de México es la avanzada de esa transición con más de un millón y medio de adultos mayores.

Ante la conmemoración hoy del Día Internacional de las Personas Adultas Mayores, la pregunta es si tendremos capacidad política y disposición ética de acompañar a quienes esperan que no les suelten de la mano.

El Instituto para el Envejecimiento Digno —de la Secretaría del Bienestar, a cargo de Araceli Damián—, dirigido por Guadalupe Gutiérrez, es un esfuerzo por traducir esa pregunta en políticas concretas. Desde ahí se articulan apoyos, asesorías jurídicas contra el despojo, programas de recreación y redes comunitarias que buscan combatir el aislamiento social severo.

En la Ciudad de México, la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, ha hecho de los apoyos a este grupo poblacional uno de los ejes de su política social, como continuidad y fortalecimiento del trabajo de la ahora Presidenta Claudia Sheinbaum, quien impulsó el derecho universal a la pensión.

El programa capitalino no se limita a transferencias económicas, se articula con las Utopías, con un Sistema Público de Cuidados con atención a quienes necesitan y a quienes proveen del cuidado, así como con una red de respuesta a emergencias desde la línea 9-1-1 y el área de Telemedicina del C5. A nivel federal, el Instituto Nacional de Geriatría, dirigido por María del Carmen García, fortalece la respuesta institucional frente a riesgos de exclusión, violencia o abandono.

La condición de las y los adultos mayores en México está marcada por datos que incomodan. De acuerdo con el Consejo Nacional de Población, más del 40 por ciento vive en pobreza. Los reportes del Consejo Ciudadano de la CDMX exponen el panorama del despojo: entre 2021 y este año ha recibido 889 casos, en el 41 por ciento la víctima es mayor de 60 años.

Mientras algunas personas adultas mayores encuentran en la institucionalidad un refugio, otros enfrentan dramas personales. En este contexto, resulta inevitable mirar a la vejez en la cumbre del poder político, en situaciones contrastantes como las del senador Adán Augusto López, quien se defiende de lo que él llama “mafufadas”, mientras Alejandro Encinas es muestra de madurez política coronada con el nombramiento como representante de México ante la Organización de Estados Americanos.

El reto es global: romper con aquello que en 1970 Simone de Beauvoir escribió en La vejez: “la sociedad rehúye a los viejos, los borra como si su sola presencia recordara lo que todos preferimos olvidar”.

Al integrarlos a espacios de vida activa, la ciudad responde a esa negación social.

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Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón