En medio del acentuado proceso de desaceleración productiva de la economía mexicana, la dinámica del mercado laboral apunta señales preocupantes con una pérdida de puestos de trabajo. Los datos reportados por el Inegi, a través de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), confirman un balance negativo, e incluso, contradictorio entre algunos indicadores.
Reconociendo que la ENOE es el principal instrumento estadístico que proporciona una adecuada evaluación de la dinámica y situación actual del mercado laboral de México, se percibe lo que parece una contradicción importante. Utilizando comparaciones anuales, se reporta en agosto una tasa de desempleo de 2.9% de la Población Económicamente activa (PEA), es el nivel más bajo para un mes de agosto desde que se tiene registro de este indicador y el número de personas en esta condición disminuyó en alrededor de cien mil. En paralelo, se registró una pérdida de -0.3% en el nivel de empleo, es decir, la población ocupada se redujo en 201 mil puestos de trabajo respecto un año antes.
El lector no avezado en estos datos claramente cuestiona ¿cómo puede disminuir el desempleo y caer el empleo al mismo tiempo? Para entender este punto debe considerarse que el mercado de trabajo es muy dinámico y en agosto se registraron cambios significativos.

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Según la ENOE toda la fuerza laboral del país, población en edad de trabajar (15 años y más) en agosto sumó 104.2 millones de personas. A su interior, están la Población Económicamente Activa (PEA, 61.3 millones) y la población económicamente no activa (PNEA, 42.9 millones). Cabe notar que dentro de la PEA se clasifican el personal ocupado (PO 59.5 millones) que es el nivel de empleo y los desempleados (1.8 millones).
Cuando la población en edad de trabajar crece, una parte se incorpora a la PEA (como trabajador o desempleado), y otra a la PNEA (no busca trabajo). En agosto pasado, en los movimientos netos, la población en edad de trabajar aumentó 1.9 millones, pero ninguna se incorporó a la PEA, por el contrario, esta última no se incrementó, sino que disminuyó en 274 mil personas que salieron del mercado laboral (la tasa de participación bajó a 58.8% desde 60.2% un año antes), por lo que se incrementó la PNEA en 2.2 millones de personas.
Si el incremento de la fuerza laboral de 1.9 millones se hubiera incorporado al mercado de trabajo abultando el desempleo, más la pérdida de empleos registrada por la ENOE, cálculos propios apuntan a que la tasa de desempleo podría haber superado el 4.5% de la PEA.
Así, la reducción de la fuerza laboral activa (PEA) que no corresponde al incremento de la fuerza laboral total no se tradujo en un aumento de la tasa de desempleo. Por lo tanto, la baja desocupación no refleja necesariamente mejores condiciones laborales, dado que las personas que han perdido su empleo o la nueva población de 15 años no buscan activamente uno nuevo.
Las razones de porqué una gran cantidad de personas no se están incorporando a la fuerza laboral activa es motivo de una investigación más profunda y necesaria. Una de las ideas que prevalecen es que, con la ayuda social, muchas personas ya no tienen necesidad de trabajar como estudiantes, amas de casa y adultos mayores. Sin embargo, esta hipótesis aún no está estadísticamen-
te comprobada.
Lo cierto es que, en medio de la desaceleración económica, la aparente paradoja entre un desempleo históricamente bajo y la pérdida de empleos es una señal de alerta: la verdadera fortaleza del mercado laboral mexicano podría estar siendo sobreestimada.

