ANTROPOCENO

La guerra fiscal en Francia

Bernardo Bolaños. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Bernardo Bolaños. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

En estos días se anuncian mega manifestaciones en Francia en favor y en contra de aumentar impuestos a las grandes fortunas. Los líderes sindicales franceses aseguran que una enfermera paga proporcionalmente más impuestos que un multimillonario. Los empresarios lo niegan y contraatacan. Esto ha generado un apasionante debate.

Por un lado, el cliché del oligarca viviendo en un castillo renacentista del Loira es engañoso. Muchos dueños de monumentos históricos apenas logran pagar por su altísimo mantenimiento, de modo que retirarles las subvenciones fiscales significaría sacrificar el patrimonio cultural francés. Por otro lado, los partidos de derecha y empresarios aducen que es el 10% de los hogares franceses más ricos el que paga casi el 75% del impuesto sobre la renta (ISR). Aseguran que Francia aplasta a sus élites contribuyentes, por la progresividad del ISR.

Pero la izquierda y el economista Gabriel Zucman (que propone un impuesto anual del 2% sobre los activos superiores a 100 millones de euros, es decir, mil 800 grandes contribuyentes) contratacan diciendo que el ISR representa sólo una cuarta parte de la recaudación fiscal, mientras que el IVA (proporcionalmente más oneroso para las clases trabajadoras) recauda casi el doble. Además, Zucman asegura que, dentro de aquel 10% más rico, “los multimillonarios pagan poco o ningún ISR”. Según él, un ultra rico cuyas acciones se disparan se vuelve mucho más acaudalado, pero no paga ni un centavo de ISR hasta que las vende. Una enfermera, en cambio, paga impuestos y cotizaciones por cada euro ganado.

Bernard Arnault, dueño de LVMH, resiste al nuevo impuesto a las grandes fortunas, anuncia una catástrofe para la economía francesa y asegura que el economista Zucman pertenece a una izquierda radical. Se dice que el nuevo impuesto castigaría bienes profesionales de las empresas y sacaría de la jugada a grandes tiradores franceses frente a los de otros países, imposibilitándolos de apostar por la IA, las energías verdes y otras nuevas áreas de oportunidad.

Lo paradójico del debate francés es que es un primer ministro de derecha, Sébastien Lecornu, el que se está viendo obligado a aumentar los impuestos a las grandes fortunas, porque él mismo se califica como el más débil jefe de gobierno de la Quinta República y necesita obtener el apoyo del Partido Socialista. A diferencia de México, donde existe una mayoría legislativa sobrerrepresentada, los galos tienen un gobierno dividido que ha llevado a la inestabilidad de todas las administraciones recientes.

Lo que ya es aceptado por todos es que los intereses de la deuda pública llegan a niveles alarmantes y, por lo tanto, además de recortes se necesita aumentar la recaudación, disminuir los días feriados o posponer la edad de la jubilación. La opinión pública y hasta el presidente de la Banca Central francesa, François Villeroy, parecen haberse decantado, entre otras medidas, por el impuesto especial a los multimillonarios. Queda por definir su monto y las medidas para paliar los efectos colaterales (exilio a paraísos fiscales y pérdida de importancia de los grandes inversionistas franceses frente a los americanos, árabes y rusos).

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