ACORDES INTERNACIONALES

No hay victoria sin mujeres: lecciones desde Israel

Valeria López Vela. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Valeria López Vela. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

Cuando los seres humanos callan,

Dios nos pide que hablemos

Jonathan Sacks

En las imágenes de las recientes liberaciones de los secuestrados por Hamas, hay una constante: mujeres. Mujeres con uniforme que reciben a los rehenes; mujeres con pañuelos que los esperan; mujeres con ojos cansados que siguen contando los días; mujeres reunidas en la plaza de los secuestrados. La guerra en Israel ha mostrado su rostro más cruel —también en los cuerpos de las mujeres ultrajadas, usadas como trofeos de guerra o colgadas en el bosque de las violaciones, el 7 de octubre— y, a pesar de ello, muchos feminismos guardaron silencio.

Quizá ha llegado el momento de repensar el feminismo como una causa que defienda a todas las mujeres, sin fronteras ideológicas ni lealtades políticas. Cuando la violencia sexual se relativiza por conveniencia o silencio, se traiciona el principio mismo de igualdad que lo originó. El feminismo no nació para ser portavoz de bandos, sino para afirmar una verdad universal: que ningún cuerpo de mujer puede ser usado como campo de batalla. Volver a ese fundamento —a la defensa incondicional de la dignidad humana— es la única manera de preservar su fuerza moral. No hay liberación posible si callamos ante esa violencia. Y no hay victoria sin mujeres.

Susan Sontag escribió que mirar el dolor de los otros es siempre una prueba moral. En esta guerra, muchos eligieron mirar hacia otro lado. Se denunciaron las bombas, pero no las violaciones; se exigió el fin del bloqueo, pero no se nombraron los cuerpos ultrajados. Adrienne Rich recordaba que decir la verdad es el acto más radical de una mujer. Por eso duele el silencio de ciertos feminismos: porque al callar ante la violencia sexual del 7 de octubre negaron el principio mismo de solidaridad entre mujeres.

El historiador Salo W. Baron advirtió contra la idea de una historia judía hecha sólo de lágrimas. Propuso, en cambio, una memoria activa: la que convierte el dolor en reconstrucción. Esa visión —ajena al victimismo— encuentra hoy su expresión más clara en las mujeres israelíes que sostienen, cuidan y actúan incluso en medio del conflicto.

No pidieron permiso ni validación para hacerlo: las médicas que atendieron a sobrevivientes, las oficiales que participaron en los rescates, las madres que perdieron a sus hijos actuaron con fortaleza espiritual y coraje del corazón. Rehuyeron del victimismo y eligieron la acción, la solución y el cuidado como forma de resistencia.

En ellas se encarna un tipo distinto de heroísmo: el de quienes sostienen la vida en medio del horror. No pidieron ser reconocidas como símbolo: nada de política de selfies ni exposiciones en redes sociales; simplemente hicieron lo que la dignidad les dictaba. Cada rehén liberado no sólo recuerda la victoria de la política, sino la audacia desafiante de las mujeres que convirtieron el dolor en dignidad.

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Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón