PUNTO CIEGO

A falta de PAN, tortillas

Daniel Santos Flores. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Daniel Santos Flores. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: Especial

En España, desde el siglo XVII, se tiene registro del dicho popular “A falta de pan, buenas son tortas”. Esta expresión surge para darle un sentido popular a la idea de que cuando no hay lo ideal, hay que conformarse con lo posible.

Con la llegada del maíz a nuestro continente, y en específico, a nuestro país, el refrán adoptó su variante mexicana sustituyendo “tortas” por “tortillas”. Esta transformación nace naturalmente por el cambio en la dieta: el pan de trigo era históricamente alimento de clases altas o urbanas, mientras que la tortilla de maíz era el sustento del pueblo. Así, el refrán tomó una carga social y cultural más local: “A falta de pan, tortillas”. En el fondo, ese refrán resume una constante del poder: cuando lo ideal se agota, lo posible se disfraza de convicción.

Los altos jerarcas del Partido Acción Nacional decidieron hacer su propia “transformación” al verse obligados por el avance desmedido de Morena y su creciente captación del electorado. Este giro radical, que hoy emprenden, es similar a decir que por fin “salieron del clóset”, porque si bien siempre tuvieron ese aire de recato y de mantener en lo oscurito su actuar con una ideología doctrinaria y moralista, apegada a la religión católica y a sus valores, hoy por fin deciden hacerlo público y definirse como defensores de la “patria, familia y libertad”. La crisis no sólo es electoral; es de identidad. Al perder el rumbo, han optado por un retorno a lo espiritual como medio para reconquistar poder político.

Por ejemplo, El Yunque fue (o es) una de sus principales corrientes ideológicas, que le daba sentido y rumbo al partido, pero que siempre la mantuvieron oculta. Como referencia, el nombre proviene de la frase de San Ignacio: “Mantenerse firmes, como el yunque al ser golpeado”. Así de radicales. Como muestra de esa ideología ultracatólica y de extrema derecha que mantenían guardada en el armario, pero que dejaba ver su ADN, está la escena de Vicente Fox ondeando el estandarte de la Virgen de Guadalupe cuando festejó su triunfo sobre el PRI en aquel histórico 2 de julio del 2000.

Ahora bien, con los escasos datos que puede aportar el Inegi, vemos que en un estudio titulado “Panorama de las religiones en México 2020”, 77.7 por ciento de la población se declara católica, o sea, es ahí precisamente donde vieron su nicho: enfocarse en los creyentes y tratar de captar, en lo posible, el mayor número de ellos.

Es así como le apuestan a reposicionarse entre el electorado y retomar el liderazgo que algún día ostentaron. Se terminó la era de los partidos catch all, aquellos que aglutinaban y representaban todas las corrientes, ideologías y clases sociales. Lo de hoy es la radicalización, la política de los extremos. “Si ellos pueden hacerlo hacia la izquierda, nosotros lo haremos hacia la derecha”, me comentó un exlegislador, expresidente del partido y exdirigente de las juventudes.

Mientras algunos países se inclinan hacia la izquierda recalcitrante, en otros ha resultado la ecuación de la radicalización desde la derecha. Giorgia Meloni, en Italia, es un ejemplo, se describe a sí misma como cristiana y conservadora, y sostiene en público que defiende a Dios, la patria y la familia. ¿Les suena conocido? Vox en España o Milei en Argentina, son síntomas de una nueva derecha que mezcla religión, patriotismo y resentimiento social.

Hoy, al PAN no le quedó de otra más que poner todo su resto en esa apuesta. Al no lograr conectar con el pueblo, su esperanza la tiene puesta en hacer uso de la fe de los mexicanos para ganar elecciones.

Mientras tanto, el PRI se pierde en un discurso de violencia y acusaciones que al pueblo parecen no importarles; Acción Nacional lo rebasa por la derecha y toma decisiones, algo que no ha podido hacer el viejo dinosaurio, perdido en la defensa de la impunidad de su dirigente, Alito Moreno.

“Si no hay lo de lujo, con lo del pueblo nos basta”; o lo que es lo mismo: “A falta de PAN, tortillas”.

Reenviado.

“En el nombre de Dios, no habrá

represión en Oaxaca”.

—Carlos Abascal, secretario de Gobernación del primer gobierno de extracción panista, cuando se pronunció sobre las violentas protestas de la APPO.

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