VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Masacre en las favelas

Rafael Rojas. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Rafael Rojas. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

Cláudio Castro es un líder católico, cantante de tonadas religiosas, que llegó a la política del estado de Río de Janeiro desde el nuevo movimiento conservador que impulsó al presidente Jair Bolsonaro. Castro pertenece al Partido Liberal, que se convirtió en la formación política que más decididamente promovió el proyecto bolsonarista.

Castro y su corriente política en Río de Janeiro están ahora encabezando una ofensiva punitivista contra el Comando Vermelho, un cártel del narcotráfico que opera en las favelas de esa ciudad. La táctica y el discurso de Castro son muy parecidos a los emprendidos por Nayib Bukele en El Salvador y Daniel Noboa en Ecuador.

También se inscribe el punitivismo del gobierno estatal de Río de Janeiro en la misma línea de ejecuciones extrajudiciales de narcotraficantes en el Caribe y el Pacífico, que está organizando el secretario de Guerra de Estados Unidos, Pete Hegseth, bajo las órdenes de Donald Trump. Al ser consideradas como narcoterroristas, las víctimas de esos ataques carecen de cualquier personalidad jurídica.

No muy diferente fue el ataque de las fuerzas de seguridad estatales contra el Comando Vermelho en días pasados, en las favelas de Río. Más de 132 civiles perdieron la vida en una operación que involucró a 2,500 agentes, que balacearon esos barrios pobres luego de que los drones destruyeran los campamentos y laboratorios de los narcotraficantes.

El gobernador Castro declaró que la operación fue un éxito, a pesar de tantas pérdidas de vida. El razonamiento oficial develó que el objetivo de los ataques fue el exterminio y no la captura y procesamiento de los narcotraficantes. No hay debido proceso en una guerra a muerte, lo mismo en aguas cercanas a Venezuela, Colombia o México, que en las barriadas más pobres de la capital carioca.

No carece de popularidad la dura estrategia de Castro en Río de Janeiro. En todas las encuestas se perfila una mayoría partidaria de la línea dura contra el narcotráfico en ese estado brasilero. Esa popularidad ilustra con nitidez la seriedad del avance de las nuevas derechas autoritarias en América Latina y que, en el caso brasileño, no habría que descartar como fuente de una alternativa ante el anunciado cuarto periodo presidencial de Lula da Silva.

El avance de ese autoritarismo tiene a su favor un giro militarista que, como hemos señalado aquí, es transversal en América Latina y el Caribe. Desde la izquierda o desde la derecha avanza un militarismo que está ligado a la idea de que la inseguridad pública y el crimen organizado sólo pueden ser contenidos por medio de ejércitos poderosos.

La operación de Castro en las favelas de Río de Janeiro se está instalando ya como acción que simboliza una forma de combate al crimen organizado, supuestamente, más eficaz que la que implementa el gobierno de Lula. En los próximos meses veremos cómo las redes bolsonaristas hacen de Río un bastión del modelo punitivo, frente a la pasividad de Brasilia.

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