ANTROPOCENO

Defensa del “wokismo”

Bernardo Bolaños. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Bernardo Bolaños. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

La derecha trumpista odia al “wokismo”, es decir, al pensamiento crítico que quisiera todos los derechos para todos, incluidos los negros, los indígenas, las lesbianas y los gays, así como las mujeres y hombres trans. Repitiendo las críticas al “wokismo”, el científico mexicano Antonio Lazcano, en su columna en el periódico Reforma, lo conecta con la lucha política de los afroamericanos y con el francés Michel Foucault: “La palabra reapareció en 2013 en Estados Unidos con el movimiento Black Lives Matter, y de allí brincó a las universidades estadounidenses en donde, como ha resumido el filósofo inglés Ian Linden, prosperó en el caldo de cultivo de las ideas de Michel Foucault sobre las estructuras de justicia y poder”.

Otros, como Robert Barron, dicen que el “wokismo” es una popularización de la teoría crítica, es decir, de la llamada Escuela de Frankfurt de Adorno y Horkheimer.

Se lee en el libro Mitos progres de Michael Huemer que: “El origen de las ideas del wokismo se encuentra en el mundo académico. Para entender cómo evolucionó el movimiento por los derechos civiles hacia el wokismo, es necesario comprender cómo funciona el ámbito académico. En la universidad, las humanidades y las ciencias sociales están llenas de personas con un alto coeficiente intelectual, que rinden cuentas principalmente ante sus propios colegas, no ante la realidad. Es decir, su éxito depende, casi por completo, de su capacidad para impresionarse unos a otros con ideas complejas, acrobacias verbales y muestras de lealtad, y no de su habilidad para obtener resultados prácticos en el mundo real. Éste es el perfil perfecto para elaborar justificaciones que mantengan vivo un movimiento político”.

Las dos citas anteriores muestran la contradicción de los críticos del “wokismo”. ¿Éste carece de habilidad para obtener resultados prácticos en el mundo real? Si así fuera no se ocuparían de él en la derecha. Michel Foucault transformó su mundo y nuestro mundo. Fue un joven gay discriminado por sus propios camaradas del Partido Comunista Francés, pero durante el movimiento estudiantil de 1968 ya era inmensamente popular. Nos enseñó que la clasificación de la homosexualidad como enfermedad, no era ciencia sino discriminación.

Dice Lazcano (para quien las ciencias sociales no son su fuerte) que el “wokismo ha condenado al exilio gramatical palabras como indio, maricón, puñal, prieto, gorda, negra, ciego, criada y, en pleno desvarío antropocéntrico, hasta el término mascota”. No entendió que los movimientos sociales y los intelectuales progresistas inciden en el lenguaje, como también lo hacen los científicos naturales al preferir la palabra “oxígeno” a la de “flogisto”. ¿Por qué debería de ser de otro modo, si el lenguaje nos pertenece y puede progresar? Guillermo Bonfil Batalla nos enseñó desde la antropología que la palabra “naco” es racista. Pero si usted, doctor Lazcano, no quiere ser “woke”, adelante. Eso sí, las personas tenemos sangre en las venas y, cuando se nos insulta por nuestra talla, color de piel, preferencia sexual u oficio, respondemos. Es sólo eso.

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