DE LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

Violencia en el Zócalo: señales de una crisis

Rafael Solano *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Solano *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: Imagen: La Razón de México

El especialista en seguridad Alberto Capella describió la marcha titulada Generación Z como un flujo masivo y ordenado durante cerca de tres horas, desde el Ángel de la Independencia hasta Eje Central. Sin embargo, en el primer cuadro de la ciudad existió un embudo estratégico que buscaba disuadir, fragmentar y desmovilizar a los manifestantes para impedir su concentración en el Zócalo. Esto provocó que muchos se disgregaran o se retiraran.

De acuerdo con Capella —quien ha encabezado instituciones policiales—, a partir de ese punto los policías permanecieron durante horas sin posibilidad de moverse, soportando agresiones que condujeron a una respuesta desmedida.

Diversos ciudadanos denunciaron en redes sociales la presencia del ya conocido bloque negro, cuya función ha sido, desde hace algunos años, erosionar el apoyo popular y deslegitimar expresiones contrarias al Estado. Lo que llama la atención esta vez es autoridades del gobierno de la Ciudad de México reconocieron que “se vieron grupos y personas que no se habían visto”.

Si se observa con lupa, se advierte mayor sofisticación en las tácticas de estos grupos, que incluso comerciantes del Centro Histórico han denunciado: locales marcados previamente al saqueo, patrones de acción no espontáneos. En Jalisco, por ejemplo, las autoridades ubicaron y procesaron a agitadores profesionales provenientes del Estado de México y Michoacán.

A diferencia de ocasiones anteriores, esta contraestrategia no convencional tuvo una escalada. El clima político se crispó a tal grado que una respuesta rápida ha sido señalar a algunos jóvenes vinculados al PAN. Pero lo que está ocurriendo tiene una amplitud mayor, que conviene seguir de cerca.

Las imágenes han dado la vuelta al mundo y no abonan a la imagen de gobierno. Se producen, además, tras el repunte de desaprobación (53 %) reportado por Morning Consult en los últimos meses, en un entorno donde las encuestadoras nacionales retratan un deterioro de la percepción en temas como seguridad, corrupción, economía. A ello se suman asesinatos de líderes empresariales y políticos, amenazas de bomba en Ciudad Universitaria que han obstaculizado el desarrollo del semestre, y protestas que se han extendido a cámaras empresariales, transportistas, campesinos y médicos.

Todo esto ocurre en vísperas de un par de años profundamente políticos, con los ojos del mundo puestos en México: 2026, año mundialista; 2027, año electoral. Mientras tanto, un ala de Morena impulsa una revocación de mandato que hace a muchos cuestionar sus verdaderos cálculos. Se espera también el regreso de López Obrador a escena pública. En suma: una coyuntura espesa, cargada, donde la calle y la política se cruzan con más frecuencia de la que se admite.

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