La película El espía que sabía demasiado (2011), del director sueco Tomas Alfredson, en su título original, abismalmente superior, Tinker Tailor Soldier Spy, es la antítesis de James Bond.
Una trama enigmática y compleja sobre las intrigas del mundo del espionaje durante la Guerra Fría. En este caso, los espías no son superagentes que saltan por los techos de los edificios arriesgando sus vidas en cada momento, tampoco protagonizan persecuciones de alto riesgo por las calles de una ciudad europea. En esta cinta, basada en la formidable novela del escritor John le Carré, los espías conspiran en silencio entre las sombras y juegan a un ajedrez tanto maquiavélico como manipulador.
La novela, El espía que sabía demasiado, de Le Carré tuvo su primera publicación en el año 1974. Pocos autores como él, saben cómo esbozar, ampliar y darle vida en todo su apogeo al mundo literario de los espías y aquellas conspiraciones geopolíticas que practicaron las potencias mundiales del siglo XX.

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John le Carré, cuyo nombre original es David John Moore Cornwell, fue un oficial de inteligencia británico que laboró para emblemáticas agencias como MI5 y MI6 —emuladas en docenas de películas y series— e instituciones cruciales en el conflicto mítico de la Guerra Fría. Por eso mismo, su conocimiento, sus experiencias y su gran pluma literaria crearon algunas de las mejores novelas de espionaje de la historia reciente.
La primera adaptación de El espía que sabía demasiado se realizó para la BBC en 1979, con el legendario Alec Guinness en el papel protagónico de George Smiley. Hasta la fecha es considerada como una de las mejores series británicas de los años 70.
En 2011, se produjo la película, en esta ocasión bajo la batuta de Alfredson, un director reconocido en su país natal, Suecia. El filme contó con uno de los mejores conjuntos de actores británicos en la memoria reciente: Gary Oldman, John Hurt, Colin Firth, Tom Hardy, Ciarán Hinds, Mark Strong, Toby Jones, Benedict Cumberbatch y Stephen Graham, entre otros.
Y hay que decirlo, porque es un verdadero mérito. Entre este reparto de grandes talentos, Gary Oldman es el que sobresale, ofreciendo una de las mejores actuaciones de su carrera y de nuestra época actual. Interpretando a George Smiley, el inigualable e icónico personaje de las novelas de Le Carré, su labor actoral está totalmente concentrada en su mirada y en su sutil lenguaje corporal y facial. Es uno de los hitos interpretativos de la actuación cinematográfica.
El espía que sabía demasiado es una película que le pide a su público que preste mucha atención, que participe activamente en los vericuetos y maquinaciones de su atmosférico juego de espías. El suspenso está impregnado en cada escena, en cada habitación, en cada callejón y recoveco de la brumosa ciudad de Londres. Y en las sombras, donde si uno no mira de cerca, se puede perder el intercambio de máscaras que los jugadores se ponen y se quitan para poder vencer a su temido adversario.

