La inflación registró un desempeño desfavorable en noviembre, con una variación mensual y anual significativamente superior a lo anticipado y con un balance de riesgos claramente inclinado al alza. Este comportamiento acota de manera importante el margen de maniobra del Banco de México para dar continuidad a su ciclo de relajamiento monetario.
La inflación general anual se ubicó en 3.80%, por encima del 3.57% observado en octubre, impulsada principalmente por el aumento en los precios de mercancías no alimenticias y productos agrícolas. El dato superó la expectativa del consenso de la Encuesta Citi, que se situaba en 3.68%.
El elemento de mayor preocupación es el deterioro de la inflación subyacente, que repuntó de 4.28% a 4.43% anual, alcanzando su nivel más elevado en 20 meses. Al interior del índice, la reducción estacional en mercancías no alimenticias asociada al Buen Fin fue menor que la observada el año previo, mientras que los precios de los servicios vinculados al turismo mostraron incrementos superiores a los de años anteriores. Este último segmento, clasificado en “otros servicios”, mantiene variaciones anuales cercanas o superiores a 7.0% desde finales de 2022, reflejando persistencia inflacionaria en rubros con elevada inercia.
En el componente no subyacente, el avance mensual respondió al incremento estacional en las tarifas eléctricas y al repunte en los precios de varios productos agrícolas, particularmente jitomate, chile serrano y calabacita. No obstante, el componente energético continúa aportando a la baja en términos anuales, favorecido por el acuerdo para contener los precios de la gasolina de bajo octanaje y por un aumento estacional en electricidad menor al de 2024 (20.7% vs. 22.3%).
Pese a este deterioro, diversos factores han contribuido a mantener la inflación general por debajo de 4.0%, entre ellos la debilidad del consumo interno, la fortaleza del tipo de cambio y la desaceleración de los precios al productor, sustentada tanto en menores precios de materias primas alimentarias —nacionales e internacionales— como en el estancamiento de la actividad económica. Los precios de los insumos reflejan el deterioro acumulado en los sectores manufacturero y minero durante los últimos dos años.
Hacia el cierre del año, estimaciones propias sitúan la inflación general en torno a 3.9% anual. Sin embargo, se prevé que distintos factores ejercerán presiones adicionales en los próximos meses: mayores costos laborales, la implementación de nuevos aranceles y cuotas compensatorias, así como la entrada en vigor de diversos cambios fiscales. Estos elementos llevan a ajustar el pronóstico de inflación para 2026 de 3.9% a 4.3%, anticipando que la tasa general permanecerá por encima de 4.0% durante buena parte del año.
En este entorno, es altamente probable que Banxico realice un recorte adicional a la tasa de fondeo en diciembre —el duodécimo consecutivo—. El espacio para un ajuste adicional en el corto plazo obedece a que la inflación general aún se mantiene dentro del rango de variabilidad del objetivo. No obstante, el repunte esperado en la inflación para 2026 sugiere una pausa en el ciclo de recortes. El margen operativo del Banco de México para continuar reduciendo la tasa de referencia se ha estrechado de manera significativa.