El 10 de diciembre de 2025, en Oslo, el Premio Nobel de la Paz colocó en el centro de la conversación global la democracia y la libertad. María Corina Machado emitió un mensaje contundente: la democracia no es una concesión del poder, sino un derecho que se defiende incluso en las peores circunstancias.
En el discurso previo a la entrega, el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes, explicó que la decisión respondía al cumplimiento de tres criterios establecidos en el testamento de Alfred Nobel. El primero, la capacidad de unir a la sociedad fue identificado en la manera en que Machado logró articular a una oposición fragmentada y movilizar a amplios sectores ciudadanos en torno a un objetivo común: elecciones libres y respeto a la voluntad popular. El segundo criterio es la oposición a la militarización de la sociedad. Frydnes subrayó que la experiencia venezolana demuestra cómo la erosión democrática va acompañada del uso sistemático de las fuerzas armadas, los cuerpos de seguridad y estructuras parapoliciales para sostener al poder. El tercer criterio —quizá el más relevante— es la defensa sostenida de una transición pacífica hacia la democracia.
En palabras de Machado, el pueblo venezolano ha protagonizado una “larga marcha hacia la libertad”, una marcha que no es simplemente política sino profundamente existencial y ética. Insistió en que la paz no es una abstracción, sino un deber moral que exige la vigencia del Estado de derecho y la capacidad de los ciudadanos de elegir a sus líderes y expresarse sin miedo. Afirmó, además, que, si queremos democracia, “debemos estar dispuestos a luchar por la libertad”.

Importante reconocimiento a la SHCP
Una anécdota ilustra con claridad lo señalado por Machado. A unos días de la jornada electoral, en el bunker de la campaña opositora se planeaban minuciosamente los actos de movilización para el sufragio y, sobre todo, la obtención, resguardo y difusión de los comprobantes de las actas —incluyendo el QR asociadoque reflejaba los resultados de cada casilla—. En la mesa estaban presentes las personas responsables. Machado estaba consciente del riesgo que enfrentaban quienes ahí se encontraban; aun así, subrayó que se trataba de una responsabilidad frente a los venezolanos y frente a la democracia.
El resultado fue una victoria clara del candidato opositor, una capacidad sorprendente para obtener y resguardar las actas que acreditaban el triunfo, y una voluntad inquebrantable de exigir el reconocimiento del resultado electoral. El desenlace es conocido. Un fraude del gobierno respaldado por la autoridad electoral. Varios de los participantes de esa mesa permanecen hoy en prisión; Machado, en la clandestinidad, sin renunciar a la causa, y el presidente electo, en el exilio.
En un mundo donde la democracia enfrenta retrocesos, el mensaje de Machado subraya una verdad elemental: la paz y la libertad son inseparables, y su defensa es, en última instancia, una apuesta por la dignidad de todos los pueblos.

