Antonio Michel Guardiola

De mal en SEPeor

ARISTAS

Antonio Michel Guardiola*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Antonio Michel Guardiola
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El anuncio de ayer de Leticia Ramírez como nueva titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) reveló más que un nombramiento. Confirmó que la formación de las siguientes generaciones no es prioridad para este Gobierno. El error principal es que, en vez de hacer política pública para la educación, la educación pública se ha vuelto política.

Desde el inicio de esta administración, los titulares de esa dependencia han visto al puesto como un trampolín hacia aspiraciones políticas. La prueba está en que Moctezuma fue premiado con la Embajada de México en Washington y ahora Delfina Gómez, su sucesora, deja el cargo para abocarse a su campaña política para ser gobernadora del Estado de México. Ahora llega Leticia Ramírez, con una larga trayectoria al frente de secciones de la CNTE y el SNTE, a relevarla. En los últimos 15 años, México ha tenido 9 secretarios de Educación Pública, mientras que Colombia, como ejemplo, en el mismo lapso ha tenido tres.

El problema no se limita a que la SEP sea vista como una plataforma política, sino que la selección de sus titulares no tome en cuenta la integridad necesaria para tal cargo. Este año, el Tribunal Electoral multó a Morena tras confirmar que, entre 2013 y 2015, extorsionaron a servidores públicos de Texcoco —cuando Delfina Gómez era presidenta municipal— para que dieran el 10% de su sueldo para financiar su campaña de candidata a gobernadora del Estado de México. Además, se comprobó que Gómez retiró recursos del DIF de Texcoco, demostrando cuánto le importa el desarrollo infantil a la responsable de la educación del país.

En cuanto a los programas sociales, el Gobierno ha premiado la mediocridad. Jóvenes Construyendo el Futuro remunera a quienes no estudian ni trabajan. Las Becas del Bienestar no distinguen origen —no es lo mismo la CDMX que la sierra oaxaqueña— ni responden a la meritocracia. Al contrario: sólo fomentan el conformismo al no exigir un condicionamiento para recibir el beneficio.

El presupuesto destinado a la educación es ínfimo. Si bien en el último año tuvo un incremento del 1.9%, cabe resaltar que todo se destinó a las Becas del Bienestar y la Escuela es Nuestra, el cual sigue sin reglas de operación, por lo que no se sabe en qué se gastan los recursos. Es más importante tener contentos a jóvenes que puedan votar, que invertirlo en infraestructura, materiales y cursos.

Desde el inicio de este Gobierno, las decisiones de política pública en esta materia, el revés a la reforma educativa en 2019, la colusión con los sindicatos, los recortes presupuestales y los nombramientos que ha hecho para liderar las instituciones públicas educativas, han denotado una falta de interés por tener un pueblo educado.

Marjane Satrapi tiene una frase que describe bien el peligro de esta situación: “La educación es un arma de construcción masiva”. Mientras el Gobierno se empeñe en destruir esta arma, no sólo careceremos de materiales para construir, sino que destruirá lo ya construido.