Carlos Olivares Baró

Releyendo al uruguayo Felisberto Hernández

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró
Carlos Olivares Baró
Por:

Acomodar una biblioteca da la posibilidad de reencontrarse con libros que estaban perdidos en la anarquía del desorden. En estos días de encierro, organizo mis libros —también me deshago con dolor de algunos de ellos—: volúmenes que han transitado conmigo por varias mudanzas. Son fieles: me acompañan siempre: he peleado por ellos cuando en las rupturas sentimentales, en la parcelación de enseres adquiridos, la otra parte ha querido tomar ventaja. Mi biblioteca y mis fonogramas: no le temo a la muerte: me preocupa el destino de mis libros y discos cuando ya yo no esté. Quiero donarlos a una institución. En esos arreglos, me topo con Felisberto Hernández, me acomodo en el piso a releerlo.

Relatos para piano (Editorial Jus, 2017): un volumen que recopila siete relatos de Felisberto Hernández (Montevideo, Uruguay, 1902-1964). Tengo en buen cobijo los tres tomos de Obras completas (Editorial Siglo XXI, 1983) y asimismo, la cuidada y elegante impresión de Narraciones incompletas (Siruela, 1990) con presentaciones de Italo Calvino y Julio Cortázar. Además de Cuentos (Ediciones Casa de las Americas, Cuba, 1968). El hallazgo de esta publicación del sello mexicano Jus me ha llenado de alegría.

Felisberto Hernández fue un personaje curioso y entrañable. Pianista profesional, quien a los 17 años ponía música —en diferentes salas de cine de Montevideo y de ciudades provincianas de Uruguay y la Argentina— a las películas mudas que exhibían. Después de un viaje a París, abandona su oficio de instrumentista y se dedica por entero a la literatura.

La prosa de Libros sin tapas (1928), Por los tiempos de Clemente Colling (1942), El caballo perdido (1943), Nadie encendía las lámparas (1947), Las hortensias (1949) y La casa inundada (1960), entre otros libros, está imbuida de un eco muy cercano a la prosodia de un piano errante que emite notas ebrias desde penetrantes iconografías fantásticas.

“Lo que desata la fantasía de Felisberto Hernández son las inesperadas invitaciones que abren al tímido pianista las puertas de misteriosas casas, de quintas solitarias donde moran personajes ricos y excéntricos, mujeres llenas de secretos y neurosis” (Italo Calvino). Cortázar lo coliga con José Lezama Lima y los eleatas: “Se conectan con las cosas desde una intuición que sólo puede ser instalada en el lenguaje por obra de la imagen poética”. Gabriel García Márquez confesó: “Si no hubiera leído a Felisberto Hernández, no sería el escritor que soy”.

Siete fabulaciones memorables, extravagantes y ambiguas protagonizadas por una delirante imaginación (“Las Hortensias”, “Genealogía”, “La envenenada”, “Juan Méndez o Almacén de ideas o Diario de pocos días”, “Tal vez un movimiento”, “El Cocodrilo”, “Explicación falsa de mis cuentos”), que preconizan aristas de la literatura fantástica latinoamericana. Punzantes ficciones en donde aflora un humor sutil y a veces, absurdo, irracional y disparatado. Felisberto Hernández: soñador que abrió las compuertas de galerías ficcionales que irradian nuestro asombro ante los sucesos más sombríos que nos asedian.

“Pero una vez la circunferencia violentó su ritmo. Se detuvo más tiempo que de costumbre: quedó parada con el perfil hacia mí y el frente hacia la línea infinita. Parecía observar en el sentido opuesto de su camino. Pasó mucho tiempo sin ver nada a lo largo de la línea infinita. Pero la intuición de la circunferencia no erró: de pronto, con otro ritmo violento, de andar brusco, de lados grandes, se acercaba un vigoroso triángulo. La circunferencia giro sobre uno de sus puntos y los demás volvieron a coincidir con los de la horizontal en el mismo sentido de antes”: fragmento del cuento “Genealogía”.

Relatos para piano
Relatos para piano
Relatos para piano
  • Autor: Felisberto Hernández
  • Género: Cuento
  • Editorial: Jus, 2017