Reflexiones sobre el sismo

JUSTA MEDIANÍA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

E n los cientos de conversaciones que sostuve con especialistas de México y de otros países acerca de los desastres y el valor de la prevención, entre muchas otras, una frase se anidó y dio vueltas en mi mente por un largo plazo: el desastre se repite, cuando olvidamos el último desastre ocurrido.

La prevención debe ser una tarea permanente, que se construye día con día, analizando el entorno en el que vivimos y qué sucedería si el fenómeno se presenta. En ese mismo sentido, Nassim Nicholas Taleb, en su libro El cisne negro, sostiene una idea que conecta con lo anterior: los humanos nos empeñamos en investigar y profundizar sobre cosas que ya conocemos, dejando completamente de lado aquello que desconocemos, apartándonos de la identificación de riesgos y oportunidades, lo que profundiza nuestra vulnerabilidad. Imaginar, reflexionar y estructurar en torno a lo que parece imposible, no es fácil, pero pudiera ser sorprendentemente valioso.

Dicho esto, nos enfrentamos a una de las tragedias más dolorosas de los últimos tiempos. Dos sismos en Turquía y Siria, uno de magnitud 7.8 y otro de 7.5 con una diferencia de solo kilómetros con respecto a sus epicentros (sitios donde se registra la liberación de la energía). La profundidad, relativamente poca, a unos 18 kilómetros aproximadamente, agravó la situación; en sismos profundos, algo de la energía se pierde en el recorrido de las vibraciones hacia la superficie, situación que en este caso no fue posible.

Con valores como solidaridad, amor y consideración en sus mochilas, un grupo de mexicanos, que yo catalogo como de lo mejor de México, emprendió un viaje de más de 20 horas para colaborar en las labores de atención de la emergencia y el desastre. El grupo integrado por personal de la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina, la Cruz Roja Mexicana, la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, suman su talento, experiencia y sacrificio para atender a las familias en desgracia.

En el desastre todos podemos ayudar, siempre y cuando, las tareas que desempeñemos estén a la altura de nuestra preparación y capacidad; aquella máxima de “más ayuda el que no estorba”, se queda corta. Quien no está capacitado, al intentar ayudar, arriesga su vida, complica las tareas y expone la vida de quienes les rodean. En contraste, los mexicanos que emprendieron el viaje, están certificados y seguramente agregarán mucho valor a las labores de auxilio y rescate. La certificación que las mujeres y hombres mexicanos comparten tiene las siglas USAR (Urban Search and Rescue). Estar certificado USAR significa dominar una metodología de planeación y operación, que faculta la atención oportuna y eficiente del desastre. Esto permite a quienes atienden la emergencia, independientemente de su idioma y nacionalidad, trabajar en equipo en los procesos sin desentonar.

Frente al fenómeno que no avisa, lo único que estamos obligados a pronosticar son nuestras labores de prevención y preparación. No olvidar y prevenir.