David E. León Romero

Tarea de todos

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
David E. León Romero
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Dos llamados posteriores al enfrentamiento entre pobladores y presuntos delincuentes registrado en días pasados en el Estado de México resuenan en mi mente. El primero, emitido por la flamante gobernadora del Estado de México; el segundo, en voz del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

El enfrentamiento costó la vida a más de una decena de personas. Se presume que los pobladores hartos del asfixio de los delincuentes decidieron enfrentarlos. Las imágenes que se difundieron por diversos medios resultan imposibles de mirar por el grado de violencia y dolor que transmiten. Sin embargo, más allá de lo evidente, la secuencia desnuda una profunda descomposición social y deja de manifiesto la magnitud del problema por el que atravesamos.

Que un grupo delincuencial se adueñe del esfuerzo, espacio y tranquilidad de una comunidad no debería de suceder. En un principio, ellos, no deberían dedicarse a tales actividades. ¿Por qué lo hacen? Podría hablarse de falta de oportunidades como una de las causas, pero lo que sí puede asegurarse es una ausencia de valores.

A merced de ellos, los pobladores asediados víctimas del abuso utilizaron algunas armas y sus herramientas de trabajo para aniquilar a sus victimarios convirtiéndose en lo mismo. Los papeles se intercambiaron de un momento a otro. Posiblemente la desesperación eclipsó a los valores, o probablemente, su también ausencia alejó a los pobladores de evitar la masacre.

En el ideal, las instituciones deberían poner a cada quien en su lugar. El hecho desnuda un vacío institucional que obliga a todos a redoblar esfuerzos. La magnitud de la descomposición rebasa el esfuerzo hasta ahora realizado. La violencia bajo ninguna circunstancia debería de ser la herramienta para dirimir un conflicto, violencia provocará siempre más violencia.

La crisis es profunda. Los esfuerzos correctos. Ambos llamados están a lugar. Debemos unirnos por la paz como nos convoca la gobernadora Gómez y entre todos debemos terminar con los delitos que aquejan las comunidades, como nos conmina el Presidente de México. La tarea es de todos y no puede ser sólo responsabilidad de unos cuantos. La construcción del tejido social se genera en el seno familiar, donde poco tiene que ver la autoridad. Las víctimas y los victimarios son hijos, padres y hermanos que construyen o no comunidad.

Por otro lado, los esfuerzos institucionales de los tres niveles de Gobierno deberán redoblarse. Estoy seguro que la estrategia planteada por el Gobierno encabezado por el Presidente López Obrador que tiene como eje principal atender las causas es correcta. Más deporte, más ciencia, más educación, piso mínimo de bienestar a través de los programas sociales, acelerar la ruta de consolidación de la Guardia Nacional y el fortalecimiento del Estado de derecho deberán de ser asignaturas rutinarias.

Lo sucedido en el Estado de México debe provocar una reflexión profunda que redunde en acciones concretas. Sólo la familia y los valores pueden lograr una cobertura universal que permita alcanzar la tan ansiada paz.