Horacio Vives Segl

Las elecciones del domingo

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Horacio Vives Segl
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Este domingo 4 de junio se celebrarán las últimas elecciones locales ordinarias, previas a la enorme elección general de 2024 —presidencial, Congreso de la Unión y concurrentes locales en las 32 entidades federativas—.

Están ahora en juego las gubernaturas de los estados de México y Coahuila, así como la integración del Congreso de este último. Pongamos estas elecciones en contexto.

El primer lugar, se trata de los únicos dos estados del país en los que no ha habido ni una sola vez alternancia en el Ejecutivo local, desde la creación del PRI, en 1929: siempre ha gobernado en ellos el partido tricolor. En el contexto de los últimos años, en el que prácticamente todas las gubernaturas que poseía el PRI han caído en manos de Morena, se trata de la defensa de los últimos bastiones del otrora súper poderoso partido hegemónico, que durante 60 años (hasta 1989) controló todas las gubernaturas del país.

En el caso de Coahuila, lo más relevante es la amplia ventaja que desde el arranque de la campaña tiene en la intención de voto el candidato de la alianza PAN-PRI-PRD, Manolo Jiménez, así como la fractura interna morenista, que dio lugar a que la alianza con sus dos partidos asociados a lo largo del sexenio (el PT y el Verde) se resquebrajara en ese estado, de modo que cada uno de los 3 partidos presentara al arranque de la campaña su propio candidato. Las presiones de los últimos días sobre el PVEM para declinar en favor del candidato de Morena describen de cuerpo entero las tensiones con la dirigencia local y prefiguran qué tanto de la “autonomía” del Verde se juega en la interna de los precandidatos presidenciales oficialistas. Mientras que el PT ya declinó por el candidato morenista. O sea, ninguna sorpresa.

Lo del Estado de México es bastante interesante. Hay que poner en su justa dimensión lo que está en juego. Se suele repetir, con bastante ligereza y falta de análisis, que el resultado de la elección del Estado de México predetermina el de la presidencial, al año siguiente. Por favor, un poquito de seriedad y memoria: en lo que va del siglo, en tres de las cuatro elecciones presidenciales, las de Fox, Calderón y la del propio López Obrador, sus victorias no fueron precedidas por triunfos de sus partidos en el Estado de México; sólo se cumplió con la elección de Enrique Peña. Aunque, ciertamente, no hay que menospreciar el peso electoral de la entidad más poblada del país, que, lógicamente, es también la que tiene más electores, y suele aportar aproximadamente el 10% de los votos en las elecciones federales.

Por el lado de las campañas, tal vez lo más atractivo fue el primer debate entre las candidatas, en el que salió triunfante la moderadora, Ana Paula Ordorica, quien estuvo particularmente inspirada para hacer las intervenciones justas de lo que se espera de un debate interesante (y no ese soporífero intercambio de lugares comunes que fue el regresivo segundo debate). En todo caso, lo que sabemos es que, bajo el principio de paridad y alternancia, por primera vez habrá una gobernadora en el Estado de México.

Finalmente, bien por el INE y los organismos públicos locales, encargados de la organización de las elecciones del 4 de junio, a pesar de un arranque jurídicamente turbulento de los procesos electorales. La buena noticia aquí es que, a pesar de las pulsiones y acciones de los antidemocráticos, la ciudadanía mexiquense y coahuilense estará en condiciones de ejercer su voto en democracia.