Rafael Rojas

Cien años de una protesta

APUNTES DE LA ALDEA GLOBAL

Paulina Luisi, en una foto de archivo.*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Paulina Luisi, en una foto de archivo.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Paulina Luisi (1875-1949) fue una de las primeras mujeres en graduarse en medicina en la Universidad de la República de Uruguay. Se especializó en ginecología y destacó en las campañas contra la explotación sexual de las mujeres, el proxenetismo y la trata. Hacia 1920, como actualmente estudian varias historiadoras uruguayas y argentinas, era una líder continental del movimiento sufragista. 

Luisi viajó por capitales latinoamericanas como activista del sufragio femenino, pero también como especialista en educación sexual y salud pública de mujeres y niños. En visita a La Habana, en marzo de 1923, la Academia de Ciencias de Cuba quiso rendirle homenaje y se organizó un acto en su honor en el Club Femenino de La Habana.

El movimiento a favor del sufragio femenino daba sus primeros pasos en Cuba y la resistencia machista era notable. Una Comisión Mixta de profesores y alumnos, impulsada por el gobierno del presidente Alfredo Zayas, en la Universidad de La Habana, había generado reacciones adversas de no pocos académicos que, en otras cuestiones sociales, tenían actitudes progresistas.

En la historia oficial cubana, la Protesta de los 13 es entendida como el bautizo de una vanguardia cultural que impulsaría las revoluciones de los años 30 y 50 y la creación del Estado socialista en los años 60. Lo que no siempre se recuerda es que en ella intervinieron intelectuales que luego no acompañarían esas revoluciones y se opondrían al rumbo comunista de la segunda

Días antes de la visita de Luisi, el mismo gobierno de Zayas había autorizado la compra del antiguo convento de Santa Clara, vendido a particulares a bajo precio, años atrás. El Estado pagó el triple del precio por el inmueble en un momento de aguda crisis económica en la isla, conocida como la época de “vacas flacas”, que siguió a la “danza de los millones” en tiempos de la Gran Guerra.

La compra del ex convento de Santa Clara generó rechazo en el congreso de la isla y en el propio gobierno de Zayas. El objeto de la compra era habilitar el edificio como sede de la Secretaría de Obras Públicas, pero ni el titular del ramo, Demetrio Castillo Pockorny ni el secretario de Hacienda, el oficial de la última guerra de independencia, Manuel Despaigne Riverí, estaban de acuerdo con la decisión del presidente.

Tampoco gustaba la operación al gobierno de Estados Unidos y, específicamente, al general Enoch Crowder, que desde 1919 encabezaba una misión en la isla, de fuerte injerencia en los asuntos cubanos. Crowder era cercano a varios de los ministros de Zayas, del autonombrado “gabinete de la honradez”, que intentaban contener la corrupción administrativa y se oponían a los negocios turbios del gobierno.

La compra del ex convento de Santa Clara generó rechazo en el congreso de la isla y en el propio gobierno de Zayas. El objeto de la compra era habilitar el edificio como sede de la Secretaría de Obras Públicas, pero ni el titular del ramo, Demetrio Castillo Pockorny, ni el secretario de Hacienda, Manuel Despaigne Riverí, estaban de acuerdo con la decisión del presidente

Quien sí apoyó al presidente Zayas fue el secretario de Justicia, Erasmo Regüeiferos Boudet, que sería designado para representar al gobierno en el homenaje a Paulina Luisi en el Club Femenino de La Habana. En cuanto el ministro comenzó a hablar, fue interrumpido e increpado, desde el público, por el joven poeta y abogado Rubén Martínez Villena, quien denunció la compra del ex convento de Santa Clara y otros actos de corrupción del gobierno cubano.

Pocos días después, Martínez Villena y otros doce jóvenes intelectuales, entre ellos, Marinello, Mañach, Lamar Schweyer e Ichaso, quienes en los años siguientes destacarían en la vida literaria cubana, firmaron un manifiesto conocido como “Protesta de los 13”. Al igual que la del Grupo Minorista, que se constituiría al año siguiente, la composición ideológica de aquellos primeros movimientos intelectuales cubanos era sumamente plural.

En la historia oficial cubana, la Protesta de los 13 es entendida como el bautizo de una vanguardia cultural que impulsaría las revoluciones de los años 30 y 50 y la creación del Estado socialista en los años 60. Lo que no siempre se recuerda es que en ella intervinieron intelectuales que luego no acompañarían esas revoluciones y se opondrían al rumbo comunista de la segunda.

Tampoco se recuerda, y en estos días es inevitable hacerlo, que la protesta fue, también, un escrache al homenaje del Club Femenino de La Habana a la feminista uruguaya Paulina Luisi y que quienes rechazaban la compra del ex convento de Santa Clara coincidían, en eso, con la posición oficial del gobierno de Estados Unidos.