La ex primera bailarina del Staatsballett Berlin, Elisa Carrillo, se despide de la coreografía Bolero, de Maurice Béjart. A dos años de haberla estrenado, compartió a La Razón que se conecta con la música de manera muy especial, pues recuerda cómo empezó este viaje en el que hizo historia al ser la primera mexicana en ejecutarla. La última vez que viva esa “fuerza diabólica” que provoca en ella la pieza será el próximo 27 de mayo en el Auditorio Nacional con la gala Elisa y Amigos.
No será su único reto, durante este año se estará preparando para un nuevo desafío, asumir en 2026 la dirección de la Escuela John Cranko de Alemania, con una tradición de 50 años. Adelantó que será central mantener la disciplina que implica la formación en danza clásica, pero también cuidar que los alumnos tengan un trato respetuoso.
- El Dato: Bolero, del célebre coreógrafo francés Maurice Béjart, es considerada una obra maestra de la danza clásica.
Hace dos años, cuando estabas preparando Bolero, me contaste que alguien te dijo que era como una experiencia “diabólica que te envuelve”. Cuando la bailaste por primera vez en el escenario, ¿lo viviste así? Sí, fue realmente así, porque hay un momento en el que ya estás tan cansado y tan perdido en la fuerza de la música, en la energía que tienes alrededor y que tu mente está superconcentrada por toda la secuencia. Tu cuerpo está cansado, pero hay una fuerza que te hace seguir. Estás como en otro mundo y ésa es la magia que tiene esta coreografía.
¿Qué puede aportar la experiencia que tienes a dos años de haberla bailado? De cierta manera es más fácil. Es más rápido el proceso de recordarlo, porque la primera vez es como si caminaras con el pie equivocado. Ya empecé a ensayarlo, la semana pasada empecé poco a poco a recordar todo. Ahora es pensar, ¿cómo puedo mejorarlo? Veo el video y digo: “Aquí siento que pude haber tenido más fuerza, aquí a lo mejor podía haber utilizado más mi espalda”.
A nivel emocional, ¿cómo te conectas con Bolero ahora? Escucho la música ahora y me quiero poner a llorar porque es tan linda. Es una conexión muy especial, hay partes que, aunque no quiera, mi cuerpo se mueve o recuerda lo que es, eso me va a pasar toda la vida. Es un momento de transportarte al pasado, a cómo inició todo. Es una sensación muy especial, pero además es la última vez que la bailo en México. Junto con la emoción, va un poco la tristeza de que te despides de un rol. Lo voy a hacer con mucha alegría, tratar de que cada momento de esa función la disfrute al máximo. A pesar de que me canse, tener esa fuerza diabólica que me impulse.
El próximo año enfrentarás un nuevo reto como directora de la legendaria Escuela John Cranko. ¿Qué consideras que debe ser central en la educación en danza clásica en este momento? Estamos pasando una etapa muy difícil en el mundo de la danza por las nuevas generaciones y las nuevas formas de ver la vida. La danza siempre ha sido algo que implica mucha disciplina, mucho rigor, por todo lo que involucra para tu cuerpo, para transformarlo, para moldearlo. Es cuidar la forma en que uno ahora habla con las nuevas generaciones para que amen lo que están haciendo, pero que sepan el esfuerzo.
Es también compartir mi experiencia como bailarina. Yo llegué a una escuela en otra parte del mundo, mi carrera ha estado en otra parte del mundo. La mayoría de los niños que están en esa escuela son de diferentes países. Llegas y estás solo y a veces no sientes que tienes esa protección de tus seres queridos al lado. Es darles una experiencia propia, que yo sé lo que es estar así, ayudarlos a que sea un buen motor y sigan haciendo una superlabor y puedan tener grandes carreras.
¿Cómo crees que se podría, por un lado, mantener el rigor y la disciplina, y por otro, atender estas críticas que están haciendo las recientes generaciones sobre las prácticas violentas en la enseñanza? Es lograr que haya un buen balance, que los jóvenes se sientan motivados, que no se sientan agredidos o que se les falta al respeto. Que haya ese balance de una gran disciplina, de mucho trabajo detrás, pero que venga de una manera positiva. Es una de las labores que para mí es un gran reto. Hay varios talleres que voy a tomar para tener una cercanía con ellos.
En México, en esta administración se ha hablado de reforzar la educación artística, ¿crees que en algún punto se pueda dar alguna colaboración, compartir experiencias de lo que puedas vivir en la escuela de Alemania? Es algo que siempre voy a querer hacer, contribuir, compartir experiencia, vivencias. Eso creo que puede también aportar mucho para las escuelas de nuestro país. Es algo de la labor que voy a tener ahora como directora de la escuela.
¿Vas a seguir compaginando la codirección de la Compañía Nacional de Danza cuando llegue esa responsabilidad? Yo estoy este año con la compañía. Éstas son decisiones que va a tomar el instituto (INBAL) conmigo. Realmente todo el trabajo que llevo con la compañía es algo que no implica que yo esté aquí todo el tiempo. Es algo que he hecho desde hace varios años. Mi parte es más internacional. Estoy en contacto diariamente con llamadas sobre todo lo que voy a hacer, la parte del repertorio, las audiciones. Cuando tome la dirección allá, también tengo que ver qué tanto va a implicar de mi tiempo, de mi energía y tomaré decisiones que sean importantes.
Por otra parte, has echado raíces en otro país, ¿qué opinión te merece esta política antimigrante en Estados Unidos? Siendo una mujer mexicana, he tenido mucho éxito en Europa, me han recibido de una manera maravillosa. No importa de dónde vengas, si tú tienes el talento, el amor y llegas al lugar correcto, se te va a valorar, no importa de dónde seas. Creo que yo he tenido una carrera muy afortunada; haber sido de otro lugar, de otro país, me ha ayudado a sobresalir.
Gala Elisa y Amigos
Cuándo: 27 de mayo
Dónde: Auditorio Nacional
Horario: 20:30 horas

