Eran las 4:30 de la mañana cuando un periodista español le llamó a la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide para entrevistarla por haber ganado el Premio Princesa de Asturias de las Artes. A ella la noticia la tomó por sorpresa, incluso se preguntó: “¿Cómo, por qué?”. El galardón la tenía contenta la tarde de ayer, pero todavía no lo podía creer. Sus asistentes le han llevado champán y flores para celebrarla, cuenta vía telefónica al diario La Razón y remata con un: “Estoy feliz”.
El jurado del premio le otorgó la distinción por ser “dueña de una mirada innovadora y dotada de una extraordinaria profundidad artística”. Además, resaltó que “la lente de Iturbide ha retratado la naturaleza humana a través de fotografías cargadas de simbolismo, que crean un mundo propio: desde lo primitivo a lo contemporáneo; desde la crudeza de la realidad social hasta la magia espontánea del instante”.

Y es que Graciela Iturbide, de 83 años, ha sabido capturar el alma de los paisajes mexicanos, los contrastes de la vida y la muerte, la fuerza ritual, con una mirada que va entre la tradición y lo contemporáneo. “Capta la vida cotidiana de México, con una mirada profunda, respetuosa y evocadora. Sus imágenes no sólo muestran lo que ve, sino también lo que siente”, concluyó el jurado del Premio Princesa de Asturias de las Artes.

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¿Cómo recibe la noticia del premio? No lo podía creer, ¡qué sorpresa! Estoy muy contenta. Me motiva a seguir fotografiando.
¿Qué la ha impulsado a seguir fotografiando? Conocer la vida, sorprenderme con lo que veo. Tengo una pasión por la fotografía que, cuando no estoy fotografiando, estoy triste. Me encanta descubrir el mundo a través de mi cámara.
¿Qué ha podido descubrir a través de la cámara? Mi cámara es un pretexto para conocer la vida; tomo lo que me sorprende. Hay una sola foto que ahora es conocida, Mujer ángel, que es una mujer que viene bajando de la montaña con los seris. Ya estaba haciendo el libro de los seris y no la había visto y Pablo Ortiz Monasterio, quien fue el editor, me dijo: “¿Y esta foto?”. Le respondí: “No sé, yo no la tomé”. No me acordaba de que había estado retratando a los jóvenes que bajaban, que me fueron a enseñar su cueva. Hasta tengo sorpresas de cosas que no me acordaba que había tomado.

Otra foto importante es ¿Ojos para volar?, ¿qué papel ha tenido en su fotografía el simbolismo? Es muy simbólica. Estaba medio en crisis, tenía un pajarito muerto en mi casa. Sentí que tenía que tomarme una foto. Fui al mercado, me compré un pajarito vivo y me tomé esa foto. Me preguntaba: ¿voy a seguir fotografiando o no? Fue un momento de angustia. Fue una cosa muy intuitiva.
Gran parte de su trabajo ha sido a partir del contacto con la naturaleza, ¿sigue haciéndolo en la actualidad? Sí, estuve hace dos años en Lanzarote, en las Islas Canarias. Me dediqué a fotografiar la lava, los volcanes y los cactus. Cuando fui a Japón tomé muchas piedras, muchos pájaros. Estoy más en contacto con la naturaleza.
El jurado ha destacado su capacidad al retratar la magia del instante… Eso dice el jurado; yo tomo lo que me sorprende con toda la pasión que tengo por la fotografía. Pero no pienso en lo que cada objeto va a significar. Interpreto la realidad y la gente que ve mis fotografías interpreta, porque cada uno se sorprende de diferente forma. Nunca fui consciente de eso.

¿Qué papel ha tenido en su trabajo esta conjunción de la vida y la muerte? Tuve mucho contacto con la muerte por algo muy difícil que me pasó y que casi nunca platico, pero ya lo asumí. Perdí una hijita cuando ella tenía seis años y empecé a fotografiar angelitos. En algunos pueblos los ponen en cajitas con flores y medicinas. He fotografiado a la muerte de muy diferentes formas. Voy mucho a Chalma, donde la gente se disfraza de muerte; eso me encanta. Los angelitos ya no los fotografío. Ya asumí el dolor que me causó esta muerte prematura de mi hija. Paré de fotografiar eso. Pero sí fotografío mucho la fantasía de la muerte; hay mucho de eso en México, es un país muy cercano y que vive muy al lado de la muerte.
- El Dato: La ceremonia de entrega del premio tendrá lugar el próximo octubre en la ciudad de Oviedo, la capital del Principado de Asturias, en España.
¿Qué le gustaría fotografiar y está en los pendientes por cumplir? Nunca me prevengo, fotografío lo que encuentro. En Lanzarote, los volcanes estaban en erupción, cosa que no pude fotografiar porque no me dejaron acercarme, pero fue un incentivo para seguir fotografiando la lava, el cactus y el volcán. Todo me va sucediendo día a día, pero sin que yo lo arregle, sino que me cae de sorpresa.
